Gigantes de piedra entre las dunas
Los llamados montes de Akakus convierten el desierto de Fezzan (Libia) en uno de los más hermosos y singulares del mundo. Sus enormes dunas de arena, batidas y transfiguradas por el viento, conviven con estas sublimes formaciones rocosas que la erosión ha esculpido caprichosamente a lo largo del tiempo; gigantes de piedra que los tuaregs emplean como referencia cartográfica en sus desplazamientos. Estas moles superan con frecuencia el centenar de metros de altura y forman poderosos desniveles, barrancos pronunciados y desfiladeros en los que un hombre es incapaz de adentrarse. Y también sorprendentes esculturas naturales que disparan la imaginación, como si alguien hubiera cincelado en medio del desierto un hongo nuclear, una venus primitiva o un arco apuntado bajo el cual se puede acampar y esperar a que caiga la noche. Es entonces cuando el conjunto cobra vida, cuando ulula el viento y la luz de la luna arranca sugerentes y espectrales juegos de sombras de estas hermosas filigranas geológicas.
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