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Reportaje:EUROCOPA 2008 | La gran final

Dos líderes en apuros

Frings se protege la costilla rota y Ballack es duda por molestias en el gemelo

La singularidad de Torsten Frings (Würselen, 31 años) arranca desde el principio de su biografía: a los cinco años se cayó de una bicicleta y lo atropelló un coche, dejándole una cicatriz en el lado izquierdo de la cara. Ahí comenzó a forjar un carácter de resistente que lo ha llevado a labrar una carrera notable a pesar de sus limitaciones físicas y técnicas: 76 veces internacional, 10 goles. Alemania lo considera un referente, un líder indiscutible que debe sobreponerse esta vez a una baja forma provocada por cinco meses de lesión de rodilla; y a una costilla rota del partido ante Austria, por la que hoy jugará con una protección de carbono para evitar los golpes en el pecho y en el estómago. A punto de alcanzar la cima, Alemania tiene a sus dos líderes en apuros: Ballack, de 31 años, se ha perdido los dos últimos entrenamientos por unos dolores en el gemelo derecho de los que no se desprende desde hace años. Su participación es duda.

Frings jugará con una protección de carbono para evitar golpes en el pecho y el estómago
"Ballack y yo nos entendemos con la mirada", explica el centrocampista

La idea inicial del seleccionador, Joachim Löw, era colocar a Frings y a Ballack con todo el centro del campo para los dos. Pero solamente funcionó ante Polonia, seguramente porque este Frings no es el del Mundial de Alemania. Y porque Podolski tampoco es un centrocampista, por mucho que lo ubicara de interior izquierdo. Faltaba gente por el medio. Tras el palo de Croacia, Löw, a instancias de Ballack, decidió reforzar la medular a costa de un delantero (Mario Gómez). Eso supuso, coincidiendo con los problemas físicos de Frings, la entrada de Rolfes y de Hitzlsperger, dos mediocampistas de perfil bajo que le dieron más consistencia. Así fue como Alemania arrolló a Portugal, si bien volvió a naufragar frente a la desordenada Turquía. Por eso Löw se plantea el regreso de Frings. Más todavía si Ballack se pierde la final. "Ballack y yo nos entendemos con la mirada", explica Frings sobre su amigo Ballack, de quien destaca que haya rebajado su ego en beneficio de la selección: "A él le gusta jugar más arriba, cerca del área, pero acepta estar más retrasado por el bien del grupo".

Una costilla rota no va a disuadir a Frings de disputar su primera gran final. Es un hombre de acción, versátil, que se siente más cómodo llegando desde atrás, como en aquel gol desde 25 metros que le marcó a Costa Rica en el partido inaugural del Mundial de Alemania 2006, del que conserva el balón. La suplencia ante Portugal, en estos cuartos de final, le sentó tan mal que acudió de inmediato a quejarse al vestuario de Löw, de cuya discusión surgió una catarsis. "Una costilla rota no es para tomárselo a broma", le razonó Löw y, tras marcharse enfadado, Frings regresó y se disculpó: "Míster, yo habría hecho lo mismo". "Eso demuestra la grandeza y el tipo de líder que es Torsten Frings", remachó Löw.

Frings tuvo el valor de darle calabazas al Bayern tras pasar allí la campaña 2004-05. "No me sentí bien allí. No disfrutaba. A la tercera semana ya quería irme. Y aún así gané el doblete", confesó. A punto de la bancarrota, el Borussia Dortmund lo había traspasado por nueve millones al Bayern. Pero cuando llegó al conjunto bávaro, el entrenador, Ottmar Hitzfeld, se marchaba. Y su sustituto, Felix Magath, era la bestia negra de Frings, con quien ya había coincidido en el Bremen. El Werder Bremen siempre fue el principio y el final para él. De allí salió hacia el Borussia en 1998 por 8,5 millones para jugar a las órdenes de su admirado Matthias Sammer. Y ahí volvió tras el trauma del Bayern.

Los orígenes son importantes para Frings. Empezó en Tercera en el Aachen y ha prometido a sus hermanos que jugará algún día en su equipo, el Zopp, del que es presidente honorífico. Para entender su ascendente en el vestuario germano hay que recordar lo que sucedió antes del partido por el tercer y cuarto puesto de Alemania 2006. La discusión fue muy subida de tono en el bar del hotel de concentración. Unos jugadores, encabezados por Frings, querían volver desde Stuttgart a Berlín para agradecerle el apoyo a la afición; otros, dirigidos por Ballack, pretendían marcharse de vacaciones. Hubo una votación y ganó Frings: 20 a 3.

La Copa del Mundo de 2006 fue un volcán de emociones para Frings. Por una parte, se destapó como uno de los mejores mediocentros del torneo. Por la otra, se perdió la semifinal frente a Italia por meterse en una pelea con los argentinos al final del choque de cuartos. La UEFA lo sancionó con dos encuentros por haber agredido supuestamente a Julio Cruz, que lo negó. El acorazado Frings quiere hoy su revancha.

Frings pelea un balón con el turco Altintop en el partido de semifinales.
Frings pelea un balón con el turco Altintop en el partido de semifinales.ASSOCIATED PRESS

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