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Burbujas infinitas

Se trata de un cuadradito con ocho botones que proporciona el placer de estallar burbujitas de aire de manera infinita. Es obvio que los inventores de este artefacto del ocio -Bandai, la empresa de juguetes responsable de la popularidad del Tamagotchi- supieron explotar la ansiedad que produce estar frente a un trozo de plástico de embalar y la desazón de quien acaba con todas las burbujas sin saciarla. Por eso, las burbujas de este llavero de cuatro centímetros no se acaban. Y por cada 100 puchis (a los japoneses les suena a puchi lo que aquí suena a puff o pop), este simulador electrónico emite un sonido sorpresa: un ladrido, el golpe de una puerta o una voz sensual. Puede sonar a pasatiempo tonto, pero en Japón se han vendido más de un millón de unidades de puchi-puchis, que vienen en verde, rosa, blanco, negro y azul. Vaya usted a saber si en España (cuesta ocho euros) se repite el éxito. La campaña de lanzamiento incluye un concurso de vídeos de usuarios "haciendo puchi-puchi". En www.youtube.com/hazpuchipuchi. www.puchipuchi.es.

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