Frágiles toreros modernos
Vencida ya la corrida, reflexionaba en voz alta un vecino de localidad: "No sé cómo voy a justificar yo ante mi mujer que he estado en los toros. ¿Qué has visto?, me preguntará, y yo me encogeré de hombros; porque ¿qué hemos visto?".
La respuesta, mañana, pero hemos visto una corrida con cuatro toros manejables; uno de ellos, el primero, codicioso y repetidor en la muleta, y tres toreros modernos, frágiles, cómodos, aburridos, tristes y con pocas ideas que despacharon la tarde sin decoro ni sosiego. Tres toreros jóvenes, los tres con necesidad de un triunfo para impulsar la temporada, y los tres, sonámbulos, sin ilusión y con caras de jubilados. Un quite por gaoneras ajustadas de Marín al primero, y un par de verónicas de Tejela al sexto, y se acabó. Escasísimo balance para quienes se supone que deben liderar la torería actual, y que poseen la juventud y la fortaleza para alcanzar el triunfo.
Las Ramblas / Bautista, Marín, Tejela
Toros de Las Ramblas, bien presentados y mansurrones; encastado el primero; manejables segundo, cuarto y quinto; descastados tercero y sexto.
Juan Bautista: estocada baja (palmas); casi entera (silencio).
Serafín Marín: media caída (silencio); pinchazo y estocada caída (ovación).
Matías Tejela: pinchazo y estocada (silencio); estocada y dos descabellos (silencio).
Plaza de Las Ventas. 20 de mayo. 13ª corrida de San Isidro. Lleno.
Todo sobre San Isidro 2008 |
Los tres se comportaron como pegapases de la modernidad, porque ninguno de ellos está tocado -al menos, ayer no lo estuvieron- por la magia del poderío, el arte y el sentimiento.
Qué desasosiego producía ver cómo Juan Bautista naufragaba ante su primero, un manso codicioso que embistió repetidamente y que le ganó con brillantez la pelea. Fue un cara a cara de menos a más: comenzó bien Bautista con unos decentes derechazos hasta que el toro entendió que aquello era pan comido, y embistió con tal intensidad que desbordó a su matador, que lo toreó, es un decir, acelerado y destemplado. Más aplomado fue el comportamiento del cuarto, y más frío, si cabe, el del torero. Muchos pases y poco toreo.
Marín y Tejela hicieron el paseíllo convalecientes de recientes cogidas. Si no vienen, quizá les pese para el resto de la temporada; pero si vienen a ver si toca la flauta, es posible, más que posible, que ocurra lo que ocurrió: que salgan toros con ciertas dificultades y los dejen en evidencia por sus carencias físicas, y también por su tosca y moderna concepción del toreo. Pero si es que da la impresión de que estos hombres sólo saben torear a la tonta del bote; si es que parecen autómatas sin alma ni técnica en cuanto aparece un animal con ciertas dificultades.
Rebrincado embestía el primero de Marín, y allí estuvo el torero 10 minutos intentando encontrar un sitio que no encontró. Y su labor resultó premiosa, plomiza y espesa. Noble y largo era el quinto, pero le fallaban las fuerzas y deslucía su repetidora embestida. Quizá, por eso, los muchos pases de Marín no interesaron a nadie.
Y Tejela se llevó el peor lote. Es evidente, además, que no está en plenitud de facultades, y prueba de ello es que delegó en un eficaz Luis Miguel Villalpando la dirección de lidia de su primer toro; le faltó confianza y le sobró tristeza para alegrar la corta embestida del tercero, y sólo pudo mostrar una voluntad baldía ante el parado sexto.
Hoy se torea mejor que nunca, se dice. Será verdad, pero a menos toros que nunca. El torero actual parece fabricado en una cadena de montaje, y preparado sólo para dar pases al toro bobalicón e insulso. Toreros en serie para toros bobos; toreros insulsos para una fiesta sin alma.
¿Qué le digo a mi mujer para que crea que he estado en los toros? Pues, dígale la verdad: encójase de hombros. Seguro que ella le entiende...