Nina cumple su palabra
Zhivanevskaya ausente de la competición durante dos años por maternidad, bate el récord europeo de 50 espalda
Nina Zhivanevskaya (Moscú, 1977) fue durante años el pilar de la zozobrante natación española. El único pilar. Su bronce en los Juegos de Sydney de 2000, en la prueba de 100 metros espalda, es el último metal olímpico que coleccionó la federación. Después de Sydney, el desierto.
La retirada de la nadadora, que se quedó embarazada en 2004, dejó a la natación española en un estado parecido a la orfandad. Nina anunció su paréntesis en un momento de incertidumbre. Sus marcas habían decaído y ella se confesaba agotada. Pero siempre se mantuvo firme respecto a su regreso: "No me he retirado definitivamente. Cuando descanse, pienso volver".
Nina regresó el viernes pasado. Lo hizo conquistando la medalla de bronce en la final de los 100 metros en los Campeonatos de Europa de Eindhoven. No fue cualquier bronce. Lo logró parando el cronómetro en 1m 00,29s. Recortó en varias décimas su marca de Sydney (1m 00,89s) y batió el récord de España, lo que equivale a batirse a ella misma y a obtener una plaza para acudir a los Juegos de Pekín de este verano.
Tras retirarse en 2004 para ser madre dejó a la natación española en la orfandad
"No me he retirado definitivamente. Cuando descanse, volveré", avisó
Ayer, Nina volvió a dar un golpe de autoridad. El enésimo. Hace dos años anunció que regresaría para conseguir otra medalla en los Juegos y un récord mundial en 50 espalda. Lo primero lo encaminó el viernes. Lo segundo, en la semifinal de los 50 metros de ayer. Hizo 28,13s. ¿Récord de España? Mucho más que eso. Récord de Europa. Hoy nadará la final en la calle cuatro, la reservada a los favoritos. El récord del mundo, en poder de la australiana Emily Seebhom, está en 27,55s. A 18 centésimas. Menos que un parpadeo.
España nunca tuvo una espaldista como la moscovita nacionalizada. Ni antes, ni ahora. Por eso resultó extraña la marginación a la que fue sometida durante el último año. Desde 2006, cuando retomó los entrenamientos, Nina se mantuvo al margen del grupo de nadadores españoles de élite, distribuidos principalmente en los Centros de Alto Rendimiento de Madrid y Barcelona. Su entrenador, Francis Medina, es su marido.
A los 31 años, cargada con las responsabilidades inherentes a la maternidad, la nadadora ya no está para vivir de concentración en concentración. Exige un trato diferencial y esto no ha sentado demasiado bien al director técnico de la federación, Mauricio Coconi. El italiano está obsesionado con promocionar jóvenes, sepultar veteranos, y fomentar la cohesión del grupo a base de concentraciones.
Con sus marcas, Nina Zhivanevskaya ha demostrado que merece que la tomen en serio. Su tiempo en la final de 100 metros (2m 11,16s) le permite aspirar a la final olímpica en Pekín. Allí le esperan Natalie Coughlyn, Kristy Coventry y Laure Manaudou, probablemente, las tres mejores nadadoras del mundo. Gente capaz de bajar de un minuto.
Los otros españoles destacados de la jornada fueron Ashwin Wildeboer y Rafael Muñoz. El primero entró en la final de 200 espalda con un tiempo de 1m 58,94s. La marca lo califica para la lista de los Juegos de Pekín. El cordobés Rafael Muñoz obtuvo el pase para la final de 100 mariposa con una marca de 52,66s, otro récord de España, válido para inscribirle en la lista de Pekín.
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