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AL VOLANTE | PRUEBA
Columna
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Potencia sin consumo

El Saab 9-3 ha recibido una completa puesta al día que que realza su deportividad e incluye mejoras interiores y de equipamiento. Pero lo mejor está en la mecánica, porque estrena dos motores Biopower que funcionan con gasolina o con bioetanol (E85), y un turbodiésel más potente, que es la estrella de la gama.

Un diésel con doble turbo y 180 CV

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Una berlina deportiva con estilo propio

El motor 1.9 TTiD del 9-3 es la evolución del anterior de 150 CV e incorpora lo último en turbodiésel: doble turbo, raíl común a 1.800 bares de presión... El primer turbo es más pequeño y trabaja en solitario hasta 1.500 vueltas para mejorar la respuesta a bajas revoluciones. Entre 1.500 y 3.000 actúan los dos y aumentan la potencia de forma progresiva, y a partir de ahí sólo lo hace el más grande.

Rinde 180 CV, pero lo mejor es que responde con mucha fuerza casi desde el ralentí y después empuja con poderío hasta 4.500, siempre con un tacto preciso y refinado. Hace todo con suavidad y dulzura -no vibra nada- y ofrece unas prestaciones imponentes a las que ayuda un cambio de seis marchas bien escalonado. Así, es agradable en ciudad, porque apenas exige reducir, y sólo el tacto brusco del embrague, al menos en la unidad de pruebas, puede hacer calar el motor a veces al arrancar. Pero en carretera responde siempre bien, adelanta con rapidez y afronta las subidas sin inmutarse, por pronunciadas que sean.

A las virtudes dinámicas se suma un consumo muy ajustado para lo que corre. Apenas gasta seis litros en conducción suave, sube a ocho apurando las marchas y sólo llega a nueve en ciudad. Y permite recorrer unos 900 kilómetros a ritmos tranquilos sin repostar.

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Deportividad matizada

Aunque el acabado Aero resalta la deportividad, los reglajes de suspensión y la mecánica no buscan un comportamiento radical ni penalizan en exceso la comodidad. Filtra los baches con suavidad y no es seco en las ondulaciones, pero exige mantener las presiones de ruedas por debajo de 2,5 kilos, sobre todo en autovías: el neumático de perfil bajo (45) del Aero es muy sensible a las presiones y pierde mucho confort si se superan estas cifras y el piso no está en condiciones perfectas.

Con esta premisa, el 9-3 ofrece un buen comportamiento dinámico en todo tipo de carreteras. En trazados rápidos y autopista obedece con precisión y aplomo al volante, absorbe bien los baches y transmite seguridad, aunque resulta algo seco en las juntas de dilatación. En zonas más viradas y sinuosas tiene una estabilidad correcta y permite disfrutar al volante su calidad de conducción. Sólo en curvas enlazadas acusa más las inercias y no gira tan plano ni alcanza la eficacia de las mejores berlinas deportivas. Pero los frenos y el ABS paran con contundencia, y el control de estabilidad de serie cumple con nota en caso de apuro. Un coche cómodo, seguro y agradable que se disfruta mucho y no cansa en los viajes largos.

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