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Después de la 'última cena'

Un cuadro reivindica a la mujer en la iglesia de los Escolapios de Gandia

La congregación de los Padres Escolapios de Gandia, que celebra sus 200 años de implantación en la ciudad, encargó al artista gandiense Joan Costa un cuadro para decorar una de las capillas laterales de su iglesia, y dio libertad creativa al autor. Costa ha colgado en el templo un cuadro de 4,8 por 2,2 metros titulado Sacra neteja.

L'endemà, de temática feminista, que representa a un grupo de mujeres la mañana del Viernes Santo, limpiando el cenáculo en el que la noche anterior se celebró la Última Cena. El pintor ha utilizado el escenario que Leonardo da Vinci pintó para el convento de Santa María delle Grazie de Milán. Pero en esta escena las protagonistas son mujeres anónimas limpiando, "las grandes olvidadas", según Costa, de las que no hay rastro en las Sagradas Escrituras. Para el autor, el trabajo, poco relevante socialmente, de las mujeres limpiadoras nunca ha sido fuente de inspiración para cuadros de tema religioso. "Esta pintura puede considerarse como un modesto acto de justicia hacia las mujeres que quitan la suciedad ajena para ganarse la vida", dice Costa. También aparecen tres niñas sentadas a la mesa, emulando a Cristo y dos de sus discípulos en el cuadro de Da Vinci, pero pintadas en una posición diferente, en un lateral, y el lugar que ocupaba Jesucristo, vacío. Un guiño del artista que plantea el futuro de las "nuevas generaciones" de mujeres en la jerarquía eclesiástica.

El cuadro recoge referencias a artistas como Caravaggio, Velázquez, Zurbarán, Goya, Van Gogh, Sorolla, Dalí, Picasso y Mondrian. Costa asegura que ha pretendido reflejar "un estado de opinión de la calle", e invitar a las entidades religiosas a reflexionar sobre el papel de la mujer. Los responsables de las Escuelas Pías de Gandia han recibido con agrado la obra y el lunes la presentaron, con la colaboración del CEIC Alfons el Vell y la intervención del historiador del arte Rafael García Mahiques. Entre los asistentes, el abad de la Colegiata de Gandia, Ángel Saneugenio, que siguió incómodo el acto. El cuadro ha sido muy bien acogido por los feligreses y, aunque el autor insiste en que no ha pretendido "provocar", la obra dará seguro mucho que hablar.

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