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Televisión

Debate en Holanda por una confesión con cámara oculta

Isabel Ferrer

Siete millones de espectadores holandeses contemplaron el pasado domingo la confesión, grabada con una cámara oculta, de un joven compatriota que admitió haber lanzado al mar en 2005 el cuerpo de una joven estadounidense fallecida en sus brazos. El chico se llama Joran van der Sloot y era el principal sospechoso de la desaparición de la turista Natalee Holloway en Aruba, en el antiguo Caribe holandés.

La justicia local cerró el caso por falta de pruebas, pero la habilidad de Peter R. de Vries, periodista de sucesos, ha logrado un testimonio que ha desembocado en la reapertura del sumario. Ahora, los fiscales se preparan para acusar a Joran de asesinato, o bien de homicidio, en cuanto aclaren un dato sobrecogedor escuchado en la grabación: no comprobó si Natalee estaba muerta antes de arrojarla al mar.

Sin negarle la maestría del trabajo periodístico -emitido por la cadena comercial RTL4-, Holanda entera se ha enzarzado en una discusión sobre la ética de una confesión de esta índole. Los detractores reniegan de las cámaras ocultas porque alientan los "juicios paralelos" y predisponen a un linchamiento moral. El debate ha llegado al Parlamento, pero De Vries, que se valió de un cómplice para que congeniara con el joven y así poder grabar el testimonio en un coche, se ha convertido en el hombre del momento. En Holanda y en Estados Unidos.

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