_
_
_
_
_
LA CALLE | Restaurantes
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Can Solé

Pasear unas horas por la Barceloneta, barrio amarrado a Barcelona, es un placer muy depurativo. La experiencia puede empezar por un baño de pies en el mar mientras se contempla el horizonte. Recuperado el paso vigoroso, las posibilidades son múltiples. Una es cruzar relajadamente el nuevo mercado e ir a charlar con Paco y Montse a Negra y Criminal, su librería especializada en novela policiaca. Tras una tertulia dedicada a los crímenes y castigos del género, es muy probable que el hambre aparezca a traición -¡con tanto olor a pólvora ya se sabe!- y se tenga una necesidad vital de saciarla: estamos en la Barceloneta y al mediodía sus calles huelen a pescado frito y a arroces. Macerados por esos cantos de sirena olfativos, no hay razón para no continuar perdido en esa isla inaudita y no elegir, por ejemplo, el restaurante Can Solé, propiedad de Josep Maria García.

Fiel a las pautas de los restaurantes que hacen cocina de mercado con producto de primera, en Can Solé no faltan los entrantes, los pescados, los mariscos, las carnes de vacas no enloquecidas, los postres con pedigrí y los buenos vinos, pero si por una razón destaca el buen hacer de su cocina es por alguno de los arroces caldosos. El arroz es uno de esos platos que nunca saben mejor que los que has comido en tu infancia. En Can Solé es posible reconciliarse con el presente gracias al arroz caldoso con espardenyes. Y digo caldoso, porque como los gustos son intransferibles, algunos lo prefieren a banda. De sabor delicadísimo, te sumerges en ese plato sopero y te pierdes irremediablemente en las profundidades. Es probable que tras la inmersión, aflores a la superficie atrapado en una red de ojos enmarcados y colgados en la pared. Un par de ellos pertenecen a George Chaquiris, ese bailarín engominado que no quiso que Toni y María llegaran al altar. Eran otros tiempos. Estoy convencido de que si este sábado compartieran mesa en Can Solé, una croqueta de jamón con foie para vosotros, un buñuelo de bacalao con piñones para mí, llegarían a un acuerdo y el West Side sería como Marina D'Or, ciudad de vacaciones.

- Lo mejor: la Bullabesa al estilo Can Solé.

- Lo peor: la sonoridad del local.

- Dirección: Restaurante Can Solé. Calle de San Carles, 4; teléfono: 93 221 5815

danielvazquezsalles@hotmail.com

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_