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Entrevista:UN TÉ CON... SYNDIELY WADE

"Hay que contar con los africanos para suspender el Dakar"

Syndiely Wade es uno de los 194 pilotos que hace 20 días se quedaron tirados en Lisboa después de que el Gobierno de Francia suspendiera el rally Dakar. Pero el caso de esta mujer de 35 años sería irrelevante si no fuera hija de Abdulaye Wade, el presidente de Senegal. La capital de ese país, Dakar, es precisamente la meta de la carrera todoterreno más famosa del mundo.

Hija del presidente de Senegal, está entre los 194 pilotos frustrados del 'rally'

Y no acaban ahí las coincidencias: Syndiely Wade recibió a EL PAÍS en el pabellón de invitados del palacio presidencial de Mauritania, Estado cuya supuesta inseguridad fue esgrimida por Francia para suspender la competición. Y la encargada de servir el té (Lipton's, a la menta) fue Amal mint Chej Abdelahi, hija del presidente mauritano -Sidi Mohamed uld Chej Abdelahi- y amiga de Wade.

En lugar de facturar su bólido en un tráiler y tomar un avión desde Lisboa a Dakar, Wade ha hecho el viaje de regreso a casa al volante de su prototipo: una bestia mecánica de 260 caballos llamada Springbok, camuflada bajo la carrocería de un pick-up Nissan Navara.

Syndiely Wade es diplomada en ingeniería financiera y en auditoría de empresas, y trabajó durante varios años en una consultora internacional, en Holanda. Hace siete años se incorporó al equipo de asesores de su padre en la presidencia de Senegal. Pero su vida profesional pasa a segundo plano cuando se ajusta el casco de piloto.

"Año tras año, acudía a ver la llegada del rally en Dakar", relata. "Me encantaba. En 2002 me llamaron para participar con el equipo Nissan. Y me dije: ¿por qué no?".

Desde entonces ha participado en cuatro ediciones de la carrera: en 2003, 2004, 2005 y 2007. En esos años ha tenido varios copilotos, siempre hombres. Pero este año su compañera iba a ser otra mujer, Vanina Ickx, hija del campeón automovilístico Jacky Ickx. En el reparto de tareas Vanina Ickx tenía previsto hacerse con el volante en las pistas rápidas, mientras que Wade lo empuñaría en las dunas. Pero el riesgo de atentados en Mauritania ha frustrado la aventura.

"Si pensara que Mauritania es un país peligroso, no estaría hoy aquí", explica la hija del presidente senegalés. "Este país reú-ne las etapas más difíciles del rally, y marca la diferencia con otras carreras. Es el plato fuerte de la competición".

Como buena hija de político, evita responder directamente a la vieja acusación que arrastra el rally: una obscena exhibición de la riqueza del Primer Mundo en los escenarios más pobres del planeta. "Creo que antes de opinar sobre eso habría que preguntar a los países africanos qué piensan de la carrera. Y si la rechazan, suspenderla".

Wade cree que el Dakar sobrevivirá, aunque sea con otro nombre. "Hace meses, la organización del rally compró los derechos para correr en Argentina. Tal vez se vayan allí, no sé. Pero, en ese caso, saldrá otra organización en África".

Suena el teléfono. Acaban de traer el bólido para hacer las fotografías. La máquina arranca con una explosión terrible. Syndiely se acomoda en el asiento del piloto y muestra un pequeño cojín lumbar: "Lo importante para conducir este coche es tener buenos abdominales", dice. "Y resistencia mental".

SYNDIELY WADE, AL VOLANTE DE SU BÓLIDO EN NUAKCHOT.
SYNDIELY WADE, AL VOLANTE DE SU BÓLIDO EN NUAKCHOT.JULIÁN ROJAS

Palacio presidencial de Mauritania (Nuakchot)

- Té Lipton's a la menta

Cortesía de la residencia privada del presidente

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