Del 'audimat' al 'qualimat'
La televisión pública francesa, que sufre un bajón de audiencia, ha decidido publicar a partir del año próximo un qualimat, un indicador que pretende medir la calidad de los programas y no el número de sus espectadores. Cada semana, el qualimat dará los cinco programas preferidos por los telespectadores. Para conseguir esos resultados se interrogará semanalmente a 10.000 personas por Internet. Según los directivos de las emisoras públicas francesas, no se trata de negar los índices de audiencia, que los seguirán aplicando, sino de justificar la permanencia de ciertos programas, de poca acogida, precisamente porque son altamente valorados por la minoría que los ve. O sea, que en lugar de claudicar ante el audímetro, la tele pública francesa busca argumentos para proteger los programas menos populares pero que, cree, son obligados en un servicio público.
En Le Monde cuentan, por ejemplo, que con este parapeto podrán seguir ofreciendo ópera en prime time. Y, de paso, convencer a los anunciantes del impacto de una mercadotecnia de gama exquisita. No tiene importancia si este qualimat será fiable, creíble. Lo bonito del caso es cómo se organiza la defensa de una tele que tiene que existir aunque tenga poca visibilidad en el mercado.
El domingo por la noche, en Tele 5, daban el debate sobre Gran Hermano con, otra vez, Jordi González, que entre La noria del viernes y esto del domingo se come más de siete horas de tele el fin de semana. Vamos a guardar el qualimat, no vale la pena. Lo curioso es cómo todos los ponentes del debate se lo toman a guasa. Ya nadie cree que GH sea otra cosa que un chismorreo prefabricado, kilométrico, en el que hay que poner pruebas de todos los colores porque la vida cotidiana de los concursantes no da mucho de sí. Y González es el primero en saberlo... y apenas lo disimula.
