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Pereiro recibirá el lunes en Madrid el 'maillot' de ganador del Tour

Carlos Arribas

El Tour de 2006 fue extraordinario, cuentan, porque fue el primero en el que el ganador fue desclasificado por un caso de dopaje conocido posteriormente a su proclamación en los Campos Elíseos. Fue Floyd Landis, de Estados Unidos, positivo por testosterona en la etapa en la que cimentó su victoria, despojado del título inmediatamente. Y podrá considerársele doblemente excepcional porque hasta 15 meses después, concretamente hasta el lunes 15 de octubre, día de Santa Teresa, el segundo clasificado en París no recibirá de manos del director del Tour, Christian Prudhomme, el maillot amarillo que le acredita como vencedor oficial. Será Óscar Pereiro, de Vigo, del Caisse d'Épargne, que acudirá a Madrid, a la sede del Consejo Superior de Deportes (CSD), para, en presencia del secretario de Estado, Jaime Lissavetzky, vestir la prenda.

"Será, aunque con retraso, un acto de justicia", dice José Miguel Echávarri, director del Caisse d'Épargne, satisfecho porque la ceremonia, que el Tour no quería celebrar en París para no restar importancia al ganador de 2007, otro español, Alberto Contador, tenga lugar en un sitio tan oficial como la casa del deporte español. "Pero por fin tendrá su premio". El Tour propuso la federación española para el acto, pero la falta de espacio obligó a cambiar por el CSD.

El retraso tiene su explicación en la lentitud de la Agencia Antidopaje de Estados Unidos en sancionar a Landis, cuya sentencia, que le condena a dos años de suspensión y a la pérdida del Tour, no se conoció hasta septiembre. Menos sencillo es explicar por qué el Tour, en principio más propenso a borrar un pasado que no le agrada, dejando en blanco el título, al menos simbólicamente, que a reescribirlo, al final ha aceptado una ceremonia pública de entrega. En ello tiene que ver tanto la política interna del ciclismo como la guerra abierta entre los grandes organizadores -los de la Vuelta, Giro y Tour- con la federación internacional, la UCI, a cuenta de su producto estrella, el ProTour. Y también tiene que ver la voluntad de Víctor Cordero, director de la Vuelta y aliado del Tour, y de la federación española de evitar un feo a Pereiro.

La UCI, contra las 'grandes'

En su calendario de 2008, la UCI descendía de categoría a las carreras de los tres grandes e incluso colocaba en las fechas de la ronda española a dos de sus pruebas, la Vuelta a Alemania y la Vuelta a Polonia. Al mismo tiempo que el Tour emitía un sucinto comunicado anunciando la nueva de Pereiro, en París se reunían representantes de las tres grandes, organizadoras entre ellas de 11 de las mejores carreras del calendario -incluidas clásicas como la de Lieja, la París-Roubaix, la Milán-San Remo y el Giro de Lombardía- con miembros de las federaciones llamadas rebeldes -la francesa, la belga, la italiana y la española- para organizar su ProTour paralelo, cuya estructura tenían previsto hoy hacer pública. Y ante las amenazas de la UCI contra carreras y federaciones secesionistas, y contra los equipos que las apoyen, nada mejor que un guiño como el amarillo de Pereiro 15 meses después.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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