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Columna
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Gobierno de España

El cambio de posicionamiento de Rodríguez Zapatero se encierra en una sola frase: Gobierno de España. Desde hace unos meses la propaganda del ministerio de Medio Ambiente o de la Dirección General de Tráfico acaba con este esencial latiguillo que antes no incorporaban los anuncios. Fue cuando Zapatero se dio cuenta de que las reconocidas negociaciones con ETA, los cambios estatutarios en varias comunidades autónomas y los muertos de la alianza de civilizaciones le perjudicaban electoralmente. De repente el gobierno dejó de ser administración del Estado para convertirse en el Gobierno de España. Lo de Bono para Toledo vino después.

Desde que en la Moncloa vuelven a mandar los del agitprop, todo retorna al inicio de los tiempos: el 15 de marzo de 2004. Vuelve España, vuelve el talante y vuelve el enamoramiento por el simpático líder Zapatero. El discurso de Carmen Chacón en su toma de posesión como ministra o el de Francesc Colomer como jefe de la oposición en la Diputación de Castellón son un canto al amor y a la buena gente. ¿Cómo puede explicarse la falta de unidad política con tan buen rollo como hay en el verbo socialista? Ya verán cómo la canción de este verano acaba siendo el ¡Viva España! de Manolo Escobar. Las amarguras, el federalismo y la mala leche son para abril de 2008 y para Mariano Rajoy.

Por eso resulta totalmente inconcebible que en medio de este buen hacer propagandístico llegue el PSOE (¿existe el PSPV?) y se líe a escobazos como en los mejores tiempos. Con cuatro años por delante abren un melón innecesario, quizá porque Zapatero confía tanto en su baraka (suerte, aliento de vida...) que le importa poco lo que ocurra más allá de la Moncloa. ¿No recuerda las guerras púnicas y lo de Caín y Abel? Se lo inventaron en el PSPV. Esa baraka es la única explicación a la decisión no tomada de meter a Sevilla en la lucha urgente por la sustitución de Pla. Pone un aspirante a jefe de filas que no lo quiere de ministro. Lo de la urgencia que impone Ricard Torres ya es la añoranza de coche oficial que siempre tiene un ministro.

¿Pero si hay congreso extraordinario y se van Pla y toda la cúpula quién queda de jefe de la oposición en las Cortes Valencianas durante cuatro años? ¿Habrá un jefe en las Cortes, otro en el partido y otro de cabeza de lista por Valencia? ¡Qué lío! Con razón en otros lugares han elaborado la teoría de la mediocridad política valenciana: no saben quiénes son y para qué son. Se lían a gorrazos en lugar de ponerse a hacer niños como dice Zapatero. ¿Ideología? ¿Socialismo? ¿Izquierdas? ¡Qué cosas!

A todo esto, nadie recuerda que la riqueza se genera en España alrededor del AVE (Madrid, Andalucía, Catalunya) y que como Zapatero no espabile los votos de esta parte de España sin AVE se van a quedar en el Delta del Ebro. Eso lo sabe Camps y confía en el momento triunfal del 27 de mayo para llegar más allá de marzo de 2008. Ni siquiera le preocupa la rebelión de los barones del partido por la forma como ha decidido su gobierno. El hecho de reducirlos a categoría de barones con Vicente Rambla al otro lado del teléfono ya le asegura el mando más allá del presupuesto, que esa será otra después de la composición del Consell. También cree en su baraka, aunque con la incorporación del santoral.

Así las cosas en el PP ya solo Ricardo Costa elabora buenos argumentos por todos y Vicente Rambla los escenifica. ¿Para qué más? El Consell ocupa territorio, que es una buena táctica guerrera. No hace falta más de Sun Tzu. La suerte del PP queda ligada hasta dónde llegue el nivel de la sangre en el PSOE o hasta dónde llegue el saco de los dineros a repartir por el Gobierno de España. ¿Habrá bastante para los compromisos nacionalistas o sobrarán unas migajas para dos kilómetros de AVE a Valencia? En cualquier caso al PP de Camps y Rajoy no le bastará con la seguridad de que Zapatero está moralmente equivocado. Tendrán que pensar en ganar elecciones al simpático Gobierno de España. ¡Ahí es nada!

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