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Reportaje:GREC'07

Una vida sobre cadáveres

Ferran Madico pone en escena el Shakespeare metafísico de 'Conte d'hivern'

"Al ser humano siempre le llega un momento en que se da cuenta de que la vida está construida sobre cadáveres, cadáveres de renuncias, de caminos no escogidos, de ilusiones no logradas...". En opinión del director escénico Ferran Madico, ésta es una de las grandes lecciones de la obra de William Shakespeare Conte d'hivern. Un texto "metafísico", "una obra río con actos de pura comedia y otros de pura tragedia", adaptado por él mismo al servicio de un montaje desnudo, que concede todo el protagonismo al actor y a la palabra. Tras un preestreno en Tarragona, la pieza recala en el anfiteatro Grec desde hoy al 7 de julio.

Pere Arquillué, Cristina Plazas, Rosa Renom, Óscar Rabadán, Juli Mira y Pedro Casablanc encabezan el amplio reparto de este espectáculo. Se trata de una coproducción del Centro de las Artes Escénicas de Reus y el Festival Grec inicialmente prevista para el año pasado. El propio Madico se ha encargado de adaptar el texto para acercarlo al espectador de hoy. "He intentado ir a la esencia, respetando el discurso filosófico", explica el director. Madico se ha concentrado en eliminar "muchas explicaciones que al espectador de hoy le resultan innecesarias".

En esta obra de su última etapa, Shakespeare aborda el tema de los celos en un personaje que, según su intérprete, Pere Arquillué, sería una síntesis de Otelo y Yago. El rey Leontes, rey de Sicilia, está convencido de la infidelidad de su esposa con Políxenes, rey de Bohemia. Su obsesión infundada le llevará a encarcelar a la mujer, a causar la muerte por pena del primogénito de ambos y a llevar al destierro a su hija recién nacida. "La obra habla de la capacidad del ser humano de hacer el mal y, al tiempo, procurarse un dolor que le lleva por el camino de la autodestrucción", explica el director.

Madico señala también que la condición de rey del celoso permite a Shakespeare compaginar la dimensión humana y política del personaje. De este modo, mientras habla de las pulsiones particulares, lo hace también de los riesgos del totalitarismo. "Es un Shakespeare poliédrico, complejo, en una obra que no es lineal. En este sentido se parece a las películas de Coppola y de otros grandes del cine, que tocan todos los géneros".

En cuanto a la puesta en escena, el director señala que es "muy funcional", prácticamente vacía de elementos e inspirada en los vestíbulos de los hoteles.

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