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Crónica:Juicio por el mayor atentado en España | 11-M
Crónica
Texto informativo con interpretación

Prohibido escupir

El abogado de Zouhier incluye en su defensa chascarrillos machistas y un feroz ataque a Trashorras

La fiscal Olga Sánchez se tomó ayer el día libre y no acudió al juicio. De tal forma que, mientras el abogado del confidente Zouhier hablaba, lo único que veía ante sí eran hombres. A su izquierda, los magistrados. Enfrente, los abogados del Estado. Un poco más a la derecha, dos policías de uniforme. Detrás del cristal blindado, más hombres. Así que se envalentonó:

- Cuando una mujer dice que te va a hundir...

El abogado fue subrayando la frase con una de esas sonrisas que buscan la complicidad de otras. De modo que el juicio del 11-M se transformó por unos instantes en una de aquellas tabernas de tinto peleón y barra de zinc, el suelo lleno de serrín y cáscaras de cacahuete, y una foto de Manolete colgada en la pared junto a un cartel que prohíbe escupir y el cante.

El abogado intenta salvar el trance concitando fugaces lealtades de taberna
Otro letrado también atribuye la inculpación de Almallah al despecho de su mujer

- La novia de mi cliente estaba resentida porque Rafá se acostaba con otras mujeres. Y por eso declaró contra él. Y, ya se sabe, cuando una mujer dice que te va a hundir... lo intenta.

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El abogado sigue por esa senda, y en el ambiente queda flotando el tufo barato de quien, no teniendo más argumentos, intenta salvar el trance concitando fugaces lealtades de taberna. Y lo cierto es que algunas sonrisas sí es capaz de cosechar. Lo peor para él es que, entre ellas, no está la de su cliente. Rafá Zouhier mira a Antonio Alberca con el gesto muy serio. O, más que serio, preocupado.

El marroquí tiene 28 años recién cumplidos. A los 12 años llegó a España y, según los archivos de la Guardia Civil, nada más cumplir los 18 ya cometió su primer delito. Fue en Azuqueca de Henares, provincia de Guadalajara. Desde entonces hasta ahora ha hecho de todo, alternando el borde de dentro con el de fuera de la ley. Stripper, portero de discoteca, atracador de joyerías, confidente... Durante el verano de 2002, la Guardia Civil le pagó 6.200 euros por chivarse de unos colegas suyos que habían cometido 14 robos en otras tantas joyerías. Pero luego, cuando el 11-M se fue fraguando entre Avilés y Madrid, el confidente sufrió un ataque de afonía del que sólo se recuperó unos días después de los atentados. Fue entonces cuando informó a su guardia civil de contacto, el ya famoso agente Víctor, de El Chino y sus peligros, aunque ya dramáticamente tarde. Todo esto quiere decir que el tal Rafá Zouhier, fiestero declarado, es de todos menos un santo o un lelo. Y justamente fueron esas las dos alternativas que el abogado pretendió que el tribunal se tragara, como si el juez Gómez Bermúdez y sus dos compañeros hubieran estado de vacaciones desde el 15 de febrero para acá. Por eso, cuando su abogado dijo...:

- Rafá ha sido un leal colaborador. No es él quien está en deuda con la sociedad, sino que es la sociedad la que está en deuda con él. Gracias a personas como él, podemos dormir tranquilos.

...el tal Zouhier se puso serio, muy serio, y su cabeza dijo que no varias veces, tal vez pensando -como el resto de los presentes- que aquella exageración absurda se le podía volver en contra.

- Como acaba de decir el compañero que me ha precedido, no hay mayor fuerza destructiva que una mujer resentida.

Ahí está. Cuando alguien abre la espita del gas, siempre llega otro dispuesto a darle un pellizco al mechero. Ayer pasó así. El abogado de Almallah Dabas -tal vez espoleado por el éxito tabernario de su colega- también incurre en esa línea de defensa. Su objetivo es desvirtuar el testimonio prestado ante la sala el 12 de marzo por la ex mujer de Almallah. Lo que sucede es que aquel testimonio impactó tanto -una mujer aterrada que venció al miedo- que resulta al menos arriesgado intentar desvirtuarlo con comentarios despectivos, cuando no machistas:

- Esa mujer estaba despechada -insiste el abogado-. Mi cliente la había abandonado, la había dejado en la calle, estaba embarazada, y claro...

Lo que, efectivamente, la sala ya tiene claro es que el tal Almallah es una joya. Su ex mujer lo retrató como un hombre radical, obsesionado con la guerra santa y con Bin Laden, rodeado siempre de El Tunecino, de El Chino, de todos los fanáticos que luego se suicidaron en Leganés. Un hombre cuyo sueño era derribar las torres KIO de Madrid y tener muchos hijos varones para vengar a sus hermanos musulmanes. Un hombre del que aquella mujer que se sobrepuso al miedo contó ante el tribunal:

- Un día, después de una discusión, me acompañó al hospital 12 de Octubre. Él ya sabía que yo estaba embarazada de gemelos y allí se enteró de la muerte de uno de ellos. Yo estaba muy triste y él se aprovechó para decirme: qué bien, un aborto es un golpe para una mujer como el que recibieron los americanos con el atentado del 11 de septiembre...

El abogado de Almallah Dabas dice que su cliente está preso por culpa de dos odios cruzados: el de su ex mujer y el de la policía. Algo parecido sostiene el letrado de Zouhier:

- Todos están contra Rafá, porque Rafá molesta a todos. Molesta a la policía, molesta a los delincuentes, molesta a los islamistas...

Pero Rafá sigue serio. Y su abogado emprende un feroz ataque a Trashorras. Ya al principio del juicio, el ex minero Trashorras y el polidelincuente Zouhier se culparon mutuamente de facilitar la dinamita a los terroristas. Para la fiscalía, Zouhier fue el pasillo necesario que puso en contacto a los asturianos con los árabes. De ahí que el abogado del confidente intente demostrar a la desesperada que no existe tal pasillo, que Trashorras y El Chino eran habitaciones contiguas, amigos íntimos...

Zouhier, siempre tan locuaz, abandona la sala muy serio. Es como si, por primera vez en 53 días, admitiera la condena.

Antonio Alberca, abogado de Rafá Zouhier.
Antonio Alberca, abogado de Rafá Zouhier.EFE

EL ALEGATO DEL 'LEAL" ZOUHIER

Rafá no está en deuda con la sociedad, sino la sociedad con él"

El abogado Antonio Alberca, defensor del confidente Rafá Zouhier, defendió que su cliente hizo todo para evitar el 11-M. Por ello, "no es Rafá Zouhier el que está en deuda con la sociedad, sino que la sociedad está en deuda con él".

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