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Birmania alarga el arresto domiciliario de la premio Nobel de la Paz Suu Kyi

Los militares han confinado a la disidente varias veces desde 1989

Dos días antes de que se cumpliera la pena de arresto domiciliario de la disidente birmana y premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, la Junta Militar que dirige Myanmar (antigua Birmania) prolongó la condena por otro año. La Junta despreció las numerosas peticiones realizadas por la comunidad internacional para que la pusiera en libertad. La ONU condenó ayer rotundamente la decisión de los militares.

Funcionarios del Ministerio del Interior se desplazaron a la vivienda de la líder de la oposición democrática, a orillas del lago Rangún, para notificarle el nuevo periodo de reclusión, informa la agencia Reuters. La orden de prolongar el arresto domiciliario fue publicada, según la agencia japonesa Jiji, en un escueto comunicado oficial de ese ministerio.

En Ginebra, el relator especial de Derechos Humanos de la ONU para Birmania, Paulo Sergio Pinheiro, pidió a la Junta que reconsidere su decisión, que tachó de "cruel e inaceptable".

"Un Gobierno no puede pretender que ha comenzado un proceso de transición politica cuando sigue manteniendo en la cárcel a 1.200 prisioneros políticos y bajo arresto domiciliario a la secretaria general de la Liga Nacional para la Democracia (LND)", declaró Pinheiro, en referencia a Suu Kyi, que lleva confinada 11 años de forma intermitente desde 1989. Mañana se cumple el cuarto aniversario del actual arresto domiciliario.

Precisamente mañana se cumplen 17 años de la aplastante victoria electoral de la LND, pese a que su líder se encontraba ya bajo arresto domiciliario. En un irregular ejercicio de democracia, la Junta Militar aceptó en 1990 la celebración, por primera vez, de elecciones generales. Su frustración fue total al ver que la LND las ganaba por goleada y jamás dejó que se constituyera el Parlamento electo en el que la oposición se hizo con el 82% de los escaños.

En Washington, el Departamento de Estado a través de su portavoz Tom Casey también condenó rotundamente la decisión de la Junta. "Queremos verla libre lo antes posible. Debería haber sido liberada hace mucho tiempo junto con los demás prisioneros políticos que tiene detenidos el Gobierno birmano", subrayó Casey.

En medios diplomáticos se asegura que el actual hombre fuerte de Myanmar, el generalísimo septuagenario Than Shwe es el más reacio a la liberación de la disidente, por temor a que ponga en peligro la estabilidad del régimen y sobre todo su permanencia en el poder. La Junta, que ha construido a 320 kilómetros de Rangún, en plena selva, una nueva capital -Naypyitaw- para mayor seguridad de la cúpula militar y que en los últimos años ha ganado ciertas batallas diplomáticas como la entrada de Myanmar en la Asociación de Naciones del Sureste Asiático y la mejora de relaciones con India, no está dispuesta a jugarse su futuro por escuchar las peticiones de Occidente, especialmente ahora que numerosos países están interesados en sus fabulosas reservas de gas.

Aung San Suu Kyi, hija del héroe de la independencia birmana, educada en India -donde su madre fue embajadora-, Oxford y Japón y que ha trabajado para Naciones Unidas, volvió a su país en 1988 para cuidar de su madre enferma. La sangrienta represión de los manifestantes que pedían democracia la llevó a ponerse al frente de ellos.

Un defensor de Suu Kyi, durante la manifestación de ayer en Yakarta.
Un defensor de Suu Kyi, durante la manifestación de ayer en Yakarta.EFE

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