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El COI suspende de por vida a seis esquiadores austriacos

Es la primera vez que se sanciona a unos deportistas por las pruebas de dopaje halladas en su alojamiento, no por dar positivo en un control

Más de un año después del último gran escándalo de dopaje olímpico, en los Juegos de Invierno de Turín, en febrero de 2006, el COI suspendió de por vida a seis esquiadores austriacos, cuatro de fondo y dos de biatlón (combinación con tiro) por estar implicados en un sistema programado de dopaje. Es la primera vez que se sanciona a deportistas sin haber dado positivo, sólo por las evidencias de un entramado para la manipulación de sangre con fines dopantes.

Son las secuelas del gurú Walter Mayer, cuyas andanzas con las máquinas de limpieza sanguínea comenzaron en los Juegos de Salt Lake City 2002 y continuaron en la siguiente edición pese a estar ya suspendido. Su rocambolesca aparición y huida de la concentración del equipo austriaco, en la que las redadas de la policía italiana descubrieron un arsenal de dopaje, acabaron de agrandar el caso. Ahora se ha empezado a arrojar ya oficialmente toda la deshonra deportiva sobre el equipo de fondo, cuyas prácticas quedaron al descubierto hace 14 meses y mancharon gravemente el gran éxito del primer país alpino en el resto de las disciplinas.

La policía halló material para las transfusiones sanguíneas durante los Juegos de Turín 2006

Aún quedan más sanciones sobre un escándalo en el que el COI sólo ha ido a rebufo de la rigurosa actuación de las autoridades italianas, cuya legislación antidopaje cayó sobre los Juegos de Turín como un huracán. Gracias a las investigaciones y las evidencias encontradas, las sanciones eran inevitables. La demostración de limpieza coincide con la creación de los Juegos Olímpicos de la Juventud, un empeño del presidente, el belga Jacques Rogge, para chicos de 14 a 18 años. Empezarán en 2010 los de verano y 2012 los de invierno, en ciclos contrarios a los absolutos.

La Comisión Ejecutiva del COI, reunida en Pekín, donde aún ha visto problemas serios de contaminación de cara a los Juegos del 2008, aprobó, según es casi habitual, las recomendaciones dadas por la Disciplinaria que se nombró para investigar los hechos. Tres pesos pesados la formaban: el alemán Thomas Bach, un futuro sucesor; el suizo Dennis Oswald, otro delfín desde su poder en las federaciones internacionales, y el mítico ucraniano Serguéi Bubka, del que aún se desconoce su techo tras medrar centímetro a centímetro, como cuando batía sus récords en salto con pértiga.

"La dureza de las sanciones", dice la resolución, "es motivada porque estos casos van más allá de la posesión de sustancias prohibidas y de métodos e indican claramente la existencia de una red, incluidos los deportistas, para manipular sangre y emplearla en prácticas de dopaje". Bach fue elocuente: "Una gran cantidad de material médico era usado y la policía encontró soluciones salinas, material para hacer análisis de hemoglobina, bolsas para recoger sangre y hacer transfusiones, pañuelos con sangre o aparatos para comprobar el grupo sanguíneo y congelar la sangre con técnicas avanzadas. Esta posesión es suficiente para constituir una violación de las reglas, pero las circunstancias del caso son las que lo hacen distinto. Tienes que imaginar a deportistas viviendo en habitaciones rodeados de test de sangre y aparatos. Es casi imposible o improbable que no sepan qué pasa. Si viven y se entrenan juntos, concluyes que sabían qué estaba pasando y que incluso colaboraron en la manipulación. Al menos 59 veces fue usado el sistema durante los Juegos".

Roland Diethart, Johannes Eder, Maertin Tauber y Juergen Pinter, fondistas, y los biatlonianos Wolfgang Perner y Wolfgang Rottmann son los sancionados. Algunos, como Mayer, ya venían salpicados de Salt Lake City 2002, lo que acabó de condenarlos a perpetuidad. Perner, cuarto en los 10 kilómetros, y Tauber, octavo en los 15, deberán devolver también su diploma. El mejor fondista, Christian Hoffmann, que huyó de la quema cuando estaba inscrito en los Juegos, algo más que sospechoso, se ha escapado de las sanciones. De momento.

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