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Columna
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¿Telemadrid al revés?

Desde hace muchos años -recuérdese aquella memorable portada de Abc del 12 de septiembre de 1993, con la foto de Pujol y el titular "Igual que Franco, pero al revés: persecución del castellano en Cataluña"-, cada vez que el Partido Popular o alguna de sus terminales mediáticas arremeten contra los sentimientos de identidad de muchos catalanes, contra las legítimas aspiraciones de éstos a ampliar el autogobierno que poseen o contra la pacífica convivencia lingüística en este país, cada vez que eso ocurre lo interesante no es analizar los contenidos de la acometida -previsibles, tópicos y mendaces-, sino examinar la reacción de los dirigentes del PP de Cataluña, calibrar su grado de sumisión, su capacidad de contorsionismo o su margen de maniobra.

La pasada semana Telemadrid emitió el pseudodocumental titulado Ciudadanos de segunda e, inmediatamente, Josep Piqué se vio requerido para posicionarse ante las delirantes denuncias sobre la marginación del castellano en Cataluña. El ex ministro y presidente del PPC concedió que no hay entre nosotros un problema "esencial" con la lengua y que resulta "poco sensato" seguir insistiendo en una "supuesta confrontación" lingüística. Sin embargo, y para compensar tamaña heterodoxia con respecto a los dogmas genoveses, Piqué se apresuró a añadir una crucial coletilla: si Telemadrid manipula, Televisió de Catalunya hace lo propio "pero al revés"; "TV-3 sale bastante peor parada por la acumulación de tópicos antiespañoles", concluyó el de Vilanova. Resulta curioso -o no- que el líder de la derecha españolista catalana coincida, en la naturaleza de sus descalificaciones contra esa cadena, con algún paleoizquierdista local que lleva tres años reclamando una purga ideológica en los medios públicos de la Generalitat y ofreciéndose como comisario político de unas futuras TV-3 y Catalunya Ràdio limpias de nacionalistas. Pero ése sería otro tema, y de muy escasa enjundia...

Volvamos, pues, a la grave acusación de Piqué: que Televisió de Catalunya supera en sectarismo a Telemadrid, y cultiva los "tópicos antiespañoles".

Me confieso un telespectador poco asiduo, y admito que hay en la programación de TV-3 y del Canal 33 largas franjas horarias cuyo contenido no he visto jamás. Con todo, no tengo la impresión de que en El cor de la ciutat o Ventdelplà -por citar dos seriales de éxito- se propaguen tópicos antiespañoles. Si así fuere, y tal como están las cosas, alguna fundación para la defensa de la nación española ya habría llevado el caso a los tribunales, como ocurrió con los deplorables pero anecdóticos exabruptos de Pepe Rubianes. Tampoco me ha parecido -observándolo de reojo, mientras ceno- que el programa de Julia Otero, No em ratllis, inculque a sus infantiles protagonistas el odio a España, precisamente.

No obstante, es sobre todo en los espacios de debate y opinión donde el pluralismo de una cadena televisiva resulta objetivable, y es también ahí donde mi experiencia y mis datos son más precisos. En las elecciones del pasado 1 de noviembre, el Partido Popular obtuvo un apoyo del 10,64 % de los votantes. Y bien, ¿cree de veras el señor Piqué que la sensibilidad, las ideas y las posiciones de su partido hallan eco en menos del 10 % de los participantes en las tertulias diarias de Els matins a TV-3, que dirige Josep Cuní? Si lo creyese, tal vez una conversación con su fichaje estelar de hace unos meses, Montserrat Nebrera -que, antes de saltar a la política institucional, acumuló una formidable presencia como opinadora en los medios públicos catalanes- podría sacarle del error.

Desde hace bastantes temporadas, en Televisió de Catalunya, el programa referencial de debate político es Àgora, los lunes por la noche en el Canal 33. Pues, por la mesa de Àgora y bajo la paciente conducción de Ramon Rovira, han pasado en los últimos dos o tres años personajes -algunos, varias veces- como Casimiro García Abadillo (vicedirector de El Mundo), Consuelo Álvarez de Toledo (colaboradora de la cadena Cope), Encarnación, Curry, Valenzuela (promotora, desde el programa que regentaba en Telemadrid, del boicoteo al cava catalán), Ignacio, Nacho, Villa (jefe de informativos de la Cope), Julio Ariza (ex diputado vidalquadrista y presidente del Grupo Intereconomía), Miguel Ángel Rodríguez (ex portavoz del Gobierno de Aznar, autor de la célebre analogía entre las selecciones deportivas catalanas y "jugar a las canicas"), Isabel Durán (periodista de referencia en la Cope y en Libertad Digital) y, entre otros, Alfredo Urdaci (inolvidable jefe de informativos de Televisión Española en la etapa más prepotente del aznarato).

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Siendo todos los citados unos adversarios acérrimos del Estatuto catalán, críticos feroces de la gestión presidencial de Maragall, de Esquerra, del tripartito, etcétera, se les invitó a la televisión de la Generalitat para que expusieran sus tesis. Ahora, puesto que, según él, TV-3 es más sectaria que Telemadrid, ¿podría el señor Piqué facilitarnos la lista -sin duda larguísima- de nacionalistas catalanes extremos, de independentistas hirsutos y otros maulets que hayan sido requeridos por la televisión de la Comunidad de Madrid para denostar desde sus platós al nacionalismo español y poner en la picota a la presidenta Aguirre? Por ejemplo, cuando dijo aquello tan bonito de que, controlada por La Caixa, Endesa se iría fuera del "territorio nacional"... ¿Sería tan amable el presidente del PPC de señalar desde qué programa de la televisión pública catalana se ha incitado a un boicoteo contra los productos madrileños? ¿Le importaría concretar a qué "tópicos antiespañoles" se refiere?

Pero lo peor del papelón de Josep Piqué, lo más triste de su funambulismo entre la Cataluña real y las consignas llegadas de Madrid, es que siempre resulta tibio, insuficiente o -como escriben en el último número del semanario Época- "blando". Anhelante por hacer méritos, el diputado del PPC y amigo de los Peones Negros, Daniel Sirera ya ha manifestado en Libertad Digital que el reportaje de Telemadrid "no es ninguna invención", sino que "responde a una realidad que todos pretenden ocultar". Desengáñese, señor Piqué: hay vocaciones de policía indígena con las que es imposible competir.

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