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Reportaje:Personaje

El último inquilino de Boyana

Stoichkov, que tiene dificultades al frente de la selección búlgara, ha fijado su residencia en el palacio del ex dictador Todor Zhivkov

Después de 20 años mandando y a la vista de que su dictadura en Bulgaria iba para largo, el presidente Todor Zhivkov decidió en 1970 instalarse a las afueras de Sofía y ordenó la construcción de una residencia privada en el apacible distrito de Boyana. A Zhivkov aún le quedaban años de impunidad y caprichos hasta que en noviembre de 1989 la Asamblea Nacional lo depuso de sus cargos y lo expulsó de su palacete. Unos cuantos ministros, espías y otros huéspedes del gobierno búlgaro han pasado desde entonces por la Residencia Boyana, pero nadie, desde Zhivkov, se ha hecho tan fuerte en el lugar como Hristo Stoichkov (Plovdiv, 1966).

Con las manos en los bolsillos, los brazos remangados y el chándal desabrochado, el seleccionador de Bulgaria recorre los amplios pasillos y salones de la residencia como el que enseña su apartamento a unos amigos. Allí unos cuadros, aquí un juego de espadas con empuñaduras de oro y al fondo otros obsequios que acumuló Zhivkov durante décadas. Desde que asumió la dirección técnica del combinado búlgaro en 2004, Stoichkov adoptó la mansión del dictador como domicilio particular y cuartel general de la selección. "El lugar perfecto. Es ideal para relajarse y está cerca del centro de la ciudad", comenta Stoichkov asomado a las montañas nevadas de Vitosha. Está ilusionado. En pocas horas Bulgaria se enfrentará a Albania, un adversario asequible en el camino hacia la Eurocopa. Berbatov, su gran figura, está en plena forma, y Stilian Petrov, el capitán que anunció meses atrás su retirada de la selección mientras Stoichkov continuara en su cargo, rectificó y ha vuelto al equipo. Todos están listos. "Las concentraciones duras no son buenas. Mis jugadores tienen libertad hasta 48 horas antes de los partidos. Después ya no", desvela el ex jugador del Barcelona a punto de abandonar su retiro rumbo al Estadio Nacional del Levski de Sofia.

Stoichkov se sube al autobús del equipo. Gajes del oficio. Sus vehículos se quedan en casa: un helicóptero de combate MI 24 y un cazabombardero MIG permanecen aparcados en batería junto a dos viejos ladas. "Perfectamente preparados" para ser utilizados cuando así se ordene, aseguran sin pestañear dos vigilantes que merodean por la zona.

La realidad, fiel a su costumbre, aguarda fuera de los muros de Boyana. Desde el comienzo del partido contra los albaneses Stoichkov es incapaz de aguantar sentado en el banquillo. A la impotencia manifiesta de los jugadores responde con gestos desquiciados y arrebatos propios del Hristo más desatado. En un visible esfuerzo de contención, el seleccionador de Bulgaria logra no salir del área técnica y empeña todas sus fuerzas en contagiar su entusiasmo a unos futbolistas demasiado ofuscados como para atender a más consignas. Ni Berbatov, ni Petrov, ni el prometedor Bojinov -juega en el Juventus, tiene 21 años y quiere ser el nuevo Stoichkov- aciertan con el gol. En los minutos finales la resignación alcanza al banquillo y Stoichkov se traga la frustración en silencio.

De entre los espectadores que despidieron a su selección con abucheos, algunos se apresuraban a señalar que Stoichkov es "la bandera", "el espíritu" o "el héroe" de Bulgaria.

Sin embargo, la indulgencia derivada de la gratitud de los aficionados no ha calado en todos los sectores. El empate con Albania ha propiciado las voces que recuerdan que Stoichkov no clasificó a su selección para el Mundial de Alemania y va camino de quedarse fuera de la próxima Eurocopa. El presidente de la federación, Borislav Mihailov, salió de inmediato en apoyo de su ex compañero y amigo Hristo. Probablemente, los dos próximos partidos que disputará Bulgaria en junio contra Bielorrusia clarifiquen el futuro inmediato del seleccionador, con contrato en vigor hasta junio de 2008. Entretanto, Hristo Stoichkov podrá inspirarse en el sosiego de Boyana mientras mira de reojo la Liga española o sueña con un futuro azulgrana. "Quien sabe... quizás, un día... El tiempo es el que te dice cuál es tu sitio", reflexiona.

El seleccionador sabe que nada podrá cambiar un hecho incontestable. En apenas cinco años, Hristo Stoichkov conquistó lo que el primer inquilino de Boyana jamás logró en 50. Que todo un país estuviera orgulloso de él.

Stoichkov, durante un partido de clasificación para la Eurocopa de 2008.
Stoichkov, durante un partido de clasificación para la Eurocopa de 2008.AFP

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