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Columna
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Empresas olímpicas

Decía Freud que las cosas no ocurren por casualidad ni al azar. Todo tiene su motivación y origen, aunque sea por una reacción del subconsciente. Por eso, cuando los empresarios valencianos se sienten acorralados fuera y agredidos desde dentro, reaccionan como marca la norma básica de la autoestima. Varias asociaciones han tomado la iniciativa de crear un pódium de empresas olímpicas, para que los mejores de la clase se sientan líderes y tiren de los demás, aunque sea a base de fusiones o compras. Las emociones son fáciles de manejar y hay que sentirse empresarios y valencianos. ¡Ahí es nada!

¿Para qué alcanzar el pódium? Pues porque la capacidad de las empresas valencianas (siempre el maldito gentilicio) no da para muchas alegrías. Como grupo de presión no existe por vocación propia. Por eso daba pena escuchar días pasados a la Asociación de Promotores pidiendo un "pacto social de defensa" de los intereses valencianos frente a los escorados informes de dos eurodiputados asilvestrados. Como le decía su madre al rey moro Boabdil al perder Granada: "Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre". A buenas horas vienen los promotores a pedir espadas cuando durante años no han movido ni un alfiler en su propia defensa.

Y como empresas individuales pues tampoco dan mucho de sí frente al panorama español. Somos una suma mal avenida de miles de pequeñas y medianas empresas que conforman un gran mapa nervioso pero con poco músculo. Fíjense que en los ranking al uso hasta el puesto octavo no aparece Porcelanosa y Lubasa en el noveno, que serían representantes del tejido industrial tradicional. Las siete anteriores son multinacionales que igual podían estar en Leganés, incluso la número uno que es Mercadona o la décima que es Consum.

Hay, pues, que fomentar que las empresas asuman la tentación de ser olímpicas, que les motive estar en el pódium, para hacer frente a la invasión de empresas súper que intentan quedarse con todo. Sacyr, Metrovacesa, ACS, FCC o el Banco Santander vienen por aquí con las ofertas más baratas para la obra pública, con mejores sistemas de financiación y unas relaciones políticas en ministerios y palcos de equipos de primera división que nos dejan amordazados. Hay que posicionarse con pactos, alianzas, fusiones, compras, etc., para dejar de ser una suma de magníficos perdedores y pasar a ser unos cabrones ganadores. ¡Qué ilusión!

El para qué está claro. O estamos en el pódium o no nos comemos una rosca. Por eso las empresas, la sociedad civil en general, deberá tener claro qué quiere ser de mayor: sociedad de servicios, comunidad industrial, agrícola o una cosa mixta al gusto del contribuyente. Y esa definición cada vez está más lejos, porque nadie quiere enfrentarse a la realidad que marca la globalización.

Esa valoración de la realidad es clave para salir a la pista de atletismo. Aquí nos toca un papel de espacio preferido para el ocio, que ocupa un inmenso océano azul de iniciativas empresariales, pero todos quieren ser sede de Microsoft. Hay que practicar el deporte en el que podemos ser líderes. Y luego está la dependencia política para cualquier decisión empresarial estratégica. Seguimos confundiendo instrumentos (agua, energía, dinero...) con objetivos (turismo, construcción, industria...).

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Claro está que ahora queda por ver cómo se consigue disfrutar haciendo deporte y encima ganar. Cuando hace años Tom Peters escribió aquello de En busca de la Excelencia empresarial ni los siete magníficos (Lladró, Lois, Suñer...) se creyeron el invento americano y así acabaron. Ahora esto del pódium exige, como mínimo, conocer el sistema educativo More y leerse dos veces El Economista Camuflado de Tom Harford. ¿Por qué? Porque el mercado viene del poder de la escasez. Y lo que menos abunda es el conocimiento y la información para enfrentarse a la nueva forma de hacer negocios. Lo que más abunda es coger las maletas e irse a Polonia o Rumanía a seguir ganando dinero como aquí se ha hecho en los últimos mil años. ¿Montamos azulejeras en China y zapatos en Transilvania o fortalecemos este negocio en Castellón y en Elche?

www.jesusmontesinos.es

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