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Europa cumple 50 años

Los Veintisiete se comprometen a sacar a la UE de la parálisis política antes de dos años

Alemania quiere una nueva Constitución para las elecciones europeas de junio de 2009

Andreu Missé

La Declaración de Berlín no habla de reforma de la Constitución ni del Tratado, sino de dotar a la Unión Europea de "unas bases comunes renovadas", pero, a pesar de ello, todo el mundo sabe de lo que se está hablando. El presidente del Parlamento Europeo, Hans-Gert Pöttering, utilizó un lenguaje más claro: "Nosotros queremos que la sustancia del Tratado Constitucional, incluyendo nuestros valores comunes, esté en vigor antes de las elecciones europeas de junio de 2009". "Queremos más democracia a todos los niveles políticos", añadió Pöttering. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso manifestó por su parte que "el momento actual es el mejor para salir del atasco constitucional".

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José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente del Gobierno de España, el país que, al igual que Luxemburgo, ha ratificado la Constitución Europea por referéndum, abogó para que el nuevo Tratado mantuviera la máxima similitud con el texto aprobado. Zapatero manifestó que su deseo era que "el Tratado tenga dimensión constitucional, que garantice un funcionamiento eficaz de las instituciones europeas y que mantenga los valores democráticos". El dirigente español mostró también su satisfacción por la inclusión de una referencia a la inmigración como una de las próximas políticas europeas en el texto de la Declaración de Berlín, suscrita con motivo del 50 cumpleaños de la Unión Europea.

España contó en esta línea con el firme apoyo del primer ministro italiano, Romano Prodi, que advirtió de la necesidad "de alcanzar un acuerdo antes de las elecciones europeas de 2009, de lo contrario Europa sufriría una importante pérdida de credibilidad". España e Italia se perfilaron ayer como el eje que más respalda la iniciativa puesta en marcha por Angela Merkel.

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Durante el almuerzo, los presidentes de Polonia, Lech Kaczynski (que calificó de "poco realista" el proyecto), y de la República Checa, Václav Klaus, expresaron sus dudas y reticencias con la estrategia alemana, pero fueron acallados por las intervenciones de otros líderes. Poco a poco, Merkel va ganando peso y consenso, y va calando la idea de que los países que más arrastran los pies corren el riesgo de quedarse descolgados del proyecto.

En la posterior conferencia de prensa, Merkel se mostró poco optimista a la posibilidad de que el nuevo Tratado incluya alguna referencia a las supuestas raíces cristianas de Europa. En su intervención, y hablando a título personal, hizo una referencia a la cultura judeocristiana como fundamento de los valores europeos. Merkel aludió, sin mencionarlas, a las manifestaciones del papa Benedicto XVI, quien lamentó el sábado la pérdida de valores espirituales. La canciller reconoció el proceso de secularización que ha experimentado Europa, pero afirmó el derecho a hablar de estos asuntos, y se mostró convencida de que no era una cuestión cerrada y que se seguiría hablando de ello.

La estrategia anunciada ayer por la presidenta de la Unión es celebrar una Conferencia Intergubernamental durante la presidencia portuguesa del segundo semestre de este año o durante la presidencia eslovena en el primer semestre de 2008. De este modo, Alemania asume en cierta medida una discreta tutoría durante las dos próximas presidencias, lo que al mismo tiempo implica un mayor compromiso con todo el proyecto. La presidencia francesa es la que sigue, a partir de la segunda mitad de 2008.

En su intervención ante los dirigentes europeos, Merkel manifestó que "lo que había comenzado hacía 50 años debía continuar. Nada de todo esto se hace por sí sólo". Y recordó que "crear un clima de confianza precisa varios años y que una sola noche es suficiente para perderlo".

La ceremonia terminó con la interpretación del Himno de la Alegría de Beethoven. En la calle unas 500 personas se manifestaron contra la Europa del libre mercado salvaje, cuando los organizadores esperaban una concentración de unas 5.000 y la policía había tomado medidas por si la asistencia llegaba a las 10.000 personas.

La canciller ha puesto el acelerador y la presión a los Estados más reticentes ante las graves repercusiones que tendría un nuevo fracaso. Merkel advirtió de las consecuencias de un nuevo fracaso ante un nuevo Tratado Constitucional. En su opinión, "en caso de fracaso la situación sería verdaderamente muy grave", manifestó. Reiteró que se trataba del desafío más importante para Europa.

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