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Columna
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Los vigilantes de la playa

Cuál si fuera un juego de rol, una delegación de eurodiputados pasea estos días la Comunidad Valenciana de Norte a Sur con la trastocada idea de que ejercen de Vigilantes de la Playa. No saben que para estos menesteres siempre hace falta una Pamela Anderson y poca tentación inquisitorial. Pero en cualquier caso sean bienvenidos, porque con los tiempos que corren lo último que debe hacerse es iniciar con una pelea con los nuevos dominicos de la Santa Inquisición, revestida de urbanismo correcto y sostenible.

¿Por qué tanta alharaca con la llegada del señor Marcin Libicki, diputado del Partido Conservador Católico de Polonia, y de mister Michael Cashman, eurodiputado inglés del Partido Laboralista, asistidos por el eurofuncionario David Law? Déjenlos en paz y que corran a sus anchas desde Pilar de la Horadada a Vinarós y sean homenajeados como corresponde. Alatriste murió hace muchos años con la daga entre las piernas y ahora funcionan otras técnicas, muy definidas por Matt Somers en "técnicas del coaching en una semana" o por Luis Huete en Clienting.

Denunciar a voz en grito lo que estos señores buscan en estas tierras la misma semana que están de visita es un -síntoma que los expertos llaman El síndrome de la madrastra. Esto es, se pinta uno de guapo esta semana para que el espejo nos devuelva la imagen de nuestra belleza todo el año. ¡A buenas horas mangas verdes! Hace muchos años que se sabe de los propósitos de estos eurodiputados y los legítimos lobbies que los impulsan para preguntarle al espejo la misma semana en la que llegan.

Estos señores vienen a lo que vienen, con la lección muy bien aprendida porque para eso están comandados. Manejan los datos que quieren manejar y punto. Da lo mismo lo que les digas. Por ejemplo, ya que ayer estaban en Castellón, podrían saber que en el proyecto de Benicássim Golf los disidentes propietarios de unos apartamentos afectados han llegado con su discrepancia ecológica hasta donde les ha interesado el precio de compra de sus terrenos. Y lo mismo ha ocurrido en algún otro de los PAI denunciados. Yo denuncio hasta que usted paga. ¡Que curioso ecologismo! Pero da lo mismo. Los señores eurodiputados van a lo que van y hacen bien. Para eso cobran. Ni siquiera se leen las actas de los plenos municipales donde muchos dicen lo contrario de lo denunciado en Bruselas o en el Registro.

El asunto no está pues en entrarles a las bravas esta semana, porque es solo un reflejo mediático de campanario. A euro por metro cuadrados techado de todo lo construido en esta tierra durante los últimos años el lobby valenciano en Bruselas dejaría al de Malta, Croacia o sur de Francia e Italia al nivel de folletos de agencia de viajes. ¿Pero quién pone de acuerdo a todos los promotores y constructores para esa movida? ¿El promotor grande va a poner mil para que se beneficie el pequeño? ¡Venga ya! Por eso han ido pasando los años y los otros legítimos intereses han hecho su siembra y aquí seguimos esperando que todo se arregle con una paella en el Dársena. O con un disco de Luis Aguilé. Por cierto, una horterada pero espléndido como promoción.

¡Que lo haga el Consell! Decían algunos más emprendedores. Y la consejería que regía Rafael Blasco les convenció para que pusieran unos euros en la defensa de sus intereses. Pero llegó González Pons y devolvió hasta los rosarios, porque el cultivo de la sandía no necesita más expertos. Total, el que pudo fue a defenderse cual Alatriste en el desembarco europeo porque al final los vigilantes de la playa influyeron en el ciclo de ventas.

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Por eso hay que permitir que estos nuevos vigilantes de la playa paseen, pregunten y vuelvan con las carpetas llenas. Las batallas se libran en el escenario donde a uno le interesa, no donde quiere el enemigo. Si queremos nuestra verdad frente a la de otros intereses turísticos y urbanísticos (económicos e ideológicos en general) hay que librarla en el escenario que nos interesa (mercados de origen) y con las armas adecuadas (publicidad, calidad, sostenibilidad, etcétera). Somos fenicios no sarracenos. O a lo mejor somos tontos del todo.

www.jesusmontesinos.es

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