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Reportaje:

Zamudio y Madrid retan a Kioto

ITP investiga motores de avión con elevados ahorros en la emisión de CO2 a la atmósfera

El reto es de altos vuelos: que la flota de aviones en Europa deje de emitir cada año el equivalente a lo que contaminan todos los coches de Madrid. El grupo ITP investiga en sus sedes de Zamudio (Vizcaya) y Madrid cómo lograr ese objetivo mediante la mejora de la eficiencia de los motores de los aviones y aligerarlos de peso para ahorrar combustible y emisiones contaminantes. Si lo consiguen se situarían a la vanguardia mundial de esas tecnologías y superarían los objetivos del espíritu de Kioto.

Un punto más de eficiencia puede parecer poco, pero supone pasar de un 92% a un 93% cuando el límite teórico se sitúa en el 95%

La Comisión Europea ha propuesto hace algo más de un mes la entrada de la aviación en el mercado de emisiones de CO2 que ya afecta a los sectores de la energía o la siderurgia. La aviación no está incluida en los objetivos de protocolo de Kioto, pero según el grupo Industria de Turbo Propulsores (ITP) si se logran los ahorros que se han marcado como meta, se conseguiría dejar pequeño por poco ambicioso el espíritu de Kioto.

El plan del grupo industrial (participado por la ingeniería vasca Sener con el 53,125% y la británica Rolls Royce con el 46,875%) consiste en buscar una mejora de la eficiencia de la turbina en un 1%, para lo que se precisa reducir las pérdidas de energía en un 15%.

Un punto más de eficiencia puede parecer poco, pero según explica el director de tecnología de ITP, Iñaki Ulizar, eso supone pasar de un 92% a un 93% cuando el límite teórico se sitúa en el 95%. "En los últimos 15 años se ha logrado mejorar la eficiencia un 1%, de modo que cada vez es más difícil aumentarla".

Esa mayor eficiencia se traduciría, cuando se consiga aplicar a los nuevos motores para la siguiente generación de aviones que sustituirán a los de Boeing 737 y Airbus 320, en que la flota europea actual de aparatos de corto y medio alcance (unos 9.000) ahorraría cada año emisiones de CO2 equivalente a lo que emiten todos los coches de la ciudad de Madrid (8,3 millones de toneladas al año).

El consumo de combustible se podría rebajar en un 30%, según las estimaciones de ITP.

Además de esa investigación en aerodinámica, ITP (que dedica cada año a I+D el equivalente al 21% de su facturación) estudia cómo aligerar el motor utilizando aluminuros de titanio, que pesan la mitad que las superaleaciones actuales. Pero es un material muy frágil a temperatura ambiente. "Mírame y no me toques", explica gráficamente Ulizar. ITP planea desarrollar esa aleación y, sobre todo, los procesos productivos para poder trabajar con ella fuera del laboratorio.

La utilización de nuevos materiales presenta una gran complejidad desde el punto de vista del comportamiento térmico ya que las turbinas alcanzan hasta 1.000 grados en algunos componentes cuando la temperatura ambiente es de 60 bajo cero en la altitud de crucero. Algunos de los objetivos de estos experimentos sólo tienen parangón en la industria estadounidense, como General Electric.

Paralelamente a estos desarrollos, ITP (que junto a otras nueve empresas españolas ha constituido una agrupación para participar en el proyecto europeo Clean Sky) trata de minimizar el ruido que causa la turbina, sobre todo en el aterrizaje, para intentar que esa parte del motor no contribuya en un solo decibelio al total emitido por el avión al exterior.

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