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Reportaje:La izquierda 'abertzale' busca apoyo internacional

Batasuna pide ayuda en Belfast

Otegi buscó durante su viaje a Irlanda del Norte consejos para reabrir el proceso de diálogo que rompió ETA con su atentado

De pie, uno al lado del otro, podrían haber sido padre e hijo. El primero, de porte seguro y distinguido, alto, de traje y corbata, barba gris con mechas blancas; el segundo, menos cómodo consigo mismo, chaqueta negra, camisa abierta, pelo rapado, pequeño pendiente en la oreja izquierda. Gerry Adams y Arnaldo Otegi, juntos en Belfast esta semana, no están emparentados, y ni siquiera hablan el mismo idioma. Pero hay motivos para pensar que Otegi sueña con ser algún día como Adams, un hombre que fue uno de los cabecillas de una organización terrorista y hoy es visto por muchos como un estadista.

Las dos organizaciones que dirigen Adams y Otegi han luchado y con sus aliados, matado. El Sinn Fein y Batasuna han sido los brazos políticos de los dos últimos grupos terroristas de Europa Occidental, el IRA y ETA. Aunque el IRA por fin abandonó las armas el año pasado, y hoy sólo queda ETA.

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Los dos líderes hablaron a la prensa ante la sede del Sinn Fein en Belfast el lunes pasado. Otegi, declaró Adams, es "nuestro viejo amigo". No sólo eso, el Sinn Fein y el IRA son los mejores amigos que tienen Batasuna y ETA fuera del País Vasco. Y a los que se acude en momentos de crisis.

Ahora hay crisis. La bomba que ETA colocó en Barajas el 30 de diciembre mató a dos personas e hizo trizas el proyecto político negociador por el que, intentando imitar el ejemplo del Sinn Fein, Batasuna había apostado. Esta semana, Otegi encabezó una pequeña delegación abertzale que estuvo tres días en las dos Irlandas, la británica del norte y la irlandesa del sur. El objetivo principal de la visita fue buscar apoyo y consejos de Adams y sus aliados, que estuvieron en una situación muy parecida tras una bomba que el IRA puso en Londres en febrero de 1996. Pero Batasuna buscaba más objetivos en su viaje: promover una imagen de credibilidad ante sus seguidores, de respetabilidad en el extranjero.

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Delegaciones de Batasuna han estado yendo a Irlanda durante años, pero lo novedoso de esta visita fue que por vez primera fueron recibidos por gente que no eran sus aliados tradicionales. Otegi y los otros dos integrantes de Batasuna que viajaron con él, Pernando Barrena y Urko Aiartza (ambos hablan un excelente inglés), se reunieron en Belfast con políticos moderados católicos que, a diferencia del Sinn Fein, nunca apoyaron el terrorismo; con políticos protestantes que defienden la permanencia de la unión con Gran Bretaña y hasta hace muy poco eran enemigos implacables del Sinn Fein/IRA; con un pastor protestante que fue uno de los valedores oficiales de la entrega definitiva de armas del IRA; y con un ex policía que perdió ambos brazos en un atentado del IRA. En Dublín se entrevistaron con Albert Reynolds, antiguo primer ministro de Irlanda del Sur y uno de los arquitectos del acuerdo político al que se llegó en Irlanda del Norte. Pero el único que hizo declaraciones después de las reuniones, que quiso identificarse públicamente con Batasuna, fue Gerry Adams. Otegi le había informado sobre la propuesta que había hecho la semana pasada para crear una región autonómica que integre al País Vasco y Navarra "dentro del Estado español". Adams no dejó de coincidir con su viejo amigo en que la propuesta era "razonable, democrática y realista", y agregó que la única solución al conflicto vasco era la negociación. "No hay otra alternativa", declaró.

Una imagen que se quedó grabada en las mentes del trío de Batasuna fue la del policía que perdió los dos brazos, Michael Patterson. Fue el Sinn Fein quien organizó la reunión de Batasuna con los unionistas, pero Patterson no sólo no tuvo ningún reparo en acudir, sino que insistió, según un impresionado miembro de la delegación de Batasuna, en la necesidad de reconciliarse con el enemigo.

Esta es la fórmula a través de la cual Irlanda del Norte ha logrado conquistar una paz difícil de imaginar hace 11 años, cuando el IRA rompió su propio alto el fuego y pareció haber exterminado el entonces incipiente proceso de negociación con el gobierno británico.

Gerry Adams era visto en 1996 por la mayoría en Irlanda y en Gran Bretaña de la misma manera que Otegi sigue siendo visto hoy por la mayoría española: como la imagen pública de una organización clandestina cuya misión es matar.

El dirigente de la ilegalizada Batasuna, Arnaldo Otegi (izquierda), y el presidente del Sinn Fein, Gerry Adams, el pasado lunes en Belfast, Irlanda del Norte.
El dirigente de la ilegalizada Batasuna, Arnaldo Otegi (izquierda), y el presidente del Sinn Fein, Gerry Adams, el pasado lunes en Belfast, Irlanda del Norte.EFE

Los 100 encuentros de Tony y Gerry

La alquimia del diálogo ha cambiado la imagen de Adams de manera casi milagrosa. Desde 1997, Adams se ha reunido casi 100 veces con el primer ministro británico Tony Blair, que tuvo una relación cálida con José María Aznar cuando éste era jefe de Gobierno español. Adams y Blair se llaman Gerry y Tony entre sí.

Hoy, tanto dentro de Irlanda y Gran Bretaña como fuera, Adams se ha transformado en un político respetable y respetado, incluso en algunos casos por las mismas personas que considerarían a Otegi en España un personaje execrable.

Lo que quisiera Otegi es transformar su imagen como lo ha hecho Adams. Otro sueño, como confesó ante unos 40 simpatizantes del Sinn Fein reunidos en un pub de Belfast el lunes por la noche, es que algún día "Euskal Herria sea un estado europeo con embajada en Dublín". Un dato curioso fue que el intérprete de Otegi, un militante del Sinn Fein, agregó algo en inglés a lo que había dicho Otegi en español. Dijo que la hipotética embajada estaría en Dublín "o en Belfast".

Fue un impulso casi freudiano, el del intérprete, cuya única explicación parece ser el reconocimiento de que queda lejano el día en que las dos Irlandas se unifiquen.

Fue un recordatorio también de que el IRA abandonó las armas mucho antes de lograr su objetivo histórico; incluso mucho antes de lograr en Irlanda del Norte algo que se aproxime al grado de autonomía del que goza desde hace dos décadas el País Vasco.

Es notable, por ejemplo, que unos de los grandes debates políticos en Belfast en este momento es si convertir el irlandés en idioma oficial o no. Por esto, y por muchas cosas más, cuando Arnaldo Otegi se lamentó en su charla de la poca autonomía que los vascos ejercen sobre sus propios destinos, algunos de sus oyentes, entre ellos ex terroristas del IRA, bajaron los ojos y se miraron los pies.

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