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Reportaje:Juicio por el mayor atentado en España | 11-M

Los otros casos

Salvo la matanza de Casablanca, los principales atentados suicidas cometidos por islamistas se han resuelto con pocas condenas

El único condenado por los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, que causaron casi 3.000 muertos, ha sido el francés de origen magrebí Zacarias Moussaoui, quien, precisamente, aquel día se encontraba preso por haber violado las leyes de entrada a este país. En mayo de 2006, cinco años después del atentado y tras dos meses de juicio, fue condenado a cadena perpetua. Moussaoui había declarado que él iba a ser el piloto de un quinto avión destinado a estrellarse contra la Casa Blanca ese 11 de septiembre.

"Señor Moussaoui", le dijo la juez Leonie Brinkena, "cuando le lea su sentencia, todo el mundo en esta sala saldrá y verá el sol, escuchará a los pájaros y se verán con quien deseen. Usted pasará el resto de su vida en una prisión de máxima seguridad. Está muy claro quién ha ganado". La juez hacía referencia al grito de victoria lanzado días antes por Zacarias Moussaoui -"EE UU, tú has perdido. Yo he ganado"- cuando supo que el jurado le salvaba de la pena de muerte y le mandaba a una cárcel a perpetuidad.

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No todos los 12 miembros del jurado estaban convencidos de que Moussaoui, de 38 años, hubiera tenido un papel relevante en la planificación de los atentados, a pesar de que se implicase él mismo. Incluso Moussaoui se rió de su propio abogado, que solicitó cadena perpetua para no convertirle en un mártir: "Una maravillosa mente terrorista", dijo en alusión a la película Una mente maravillosa. Y al rato: "Loco o no loco, ésa es la cuestión".

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Un año después, otro gran atentado sacudió la isla de Bali. Yamaa Islamiya, organización próxima a la nebulosa de Al Qaeda, fue la responsable del atentado suicida con coche bomba contra un restaurante y una discoteca que el 12 de octubre de 2002 causó 202 víctimas. En agosto de 2003, Amrozi bin Nurhasyim, un mecánico de Java, de 44 años, fue condenado a muerte por un tribunal de cinco jueces. Él propio Nurhasyim reconoció haber comprado la furgoneta utilizada como coche bomba y los componentes para fabricar los explosivos. Durante el juicio, Amrozi se dio la vuelta para mirar al público, entre el que se encontraban numerosos familiares de las víctimas, tanto indonesios como extranjeros, y levantó los pulgares en señal de victoria.

Amrozi no iba a ser el único condenado por la matanza de Bali. En marzo de 2005, Abu Bakar Bashir, el ulema radical a quien Estados Unidos atribuye el liderazgo espiritual de la célula de Al Qaeda en el sureste asiático, fue condenado a 30 meses de cárcel por el mismo atentado. La sentencia señaló que el ulema sabía que algún atentado se estaba planeando y no hizo nada para evitarlo.

Un año después de la matanza de Bali, en la tarde del 16 de mayo de 2003, un puñado de jóvenes kamikazes salió del inmenso suburbio chabolista marroquí de Sidi Moumem hacia el centro de Casablanca con mochilas repletas con explosivos caseros. Causaron 33 muertos y un centenar de heridos, a los que hay que añadir los 12 "mártires" que se inmolaron.

En los doce meses siguientes, unas 8.000 personas fueron detenidas, 2.112 procesadas por actividades terroristas -unas 400 directamente relacionadas con la matanza de Casablanca- y 903 condenadas, 17 de ellas a muerte, según informó el ministro de Justicia marroquí, Mohamed Buzubaa. Pese a tantas detenciones y condenas, cuatro años después del atentado sigue sin saberse quién fue el cerebro de la operación.

Los atentados del 7 de julio de 2005 en tres estaciones de metro y un autobús de Londres, que se saldaron con 52 viajeros y cuatro terroristas muertos, nunca han llegado a juicio, informa Walter Oppenheimer desde Londres. Tras tomar 12.500 declaraciones, conseguir 26.000 elementos probatorios de los que más de 5.000 fueron examinados forénsicamente, analizar 142 ordenadores y estudiar 6.000 horas de filmaciones recogidas de cientos de cámaras de seguridad, la policía británica dio por probado que los autores del atentado fueron Mohamed Sidique Khan, que actuó de cabecilla, Shehzad Tanweer, Germaine Lindsay y Hasib Hussain.

Los cuatro murieron en aquellos atentados suicidas y la policía nunca ha logrado vincular a nadie más con aquellos crímenes. Oficialmente, el caso se sigue investigando. En la práctica, el caso quedó sentenciado el 12 de mayo 2006, cuando se publicaron dos informes: un documento de 45 páginas elaborado por la comisión parlamentaria de Inteligencia y Seguridad y un informe del Home Office de 40 páginas en forma de narración de los atentados.

Justo dos semanas después del 7-J, Londres vivió otro susto con el fallido intento de nuevos atentados en los transportes públicos. Seis personas están siendo juzgadas desde hace varias semanas por lo que se conoce como el 21-J, acusados de planear atentados suicidas criminales. Según los investigadores, Muktar Ibrahim, Manfo Asiedu, Husein Osman, Yasin Omar, Ramzi Mohamed y Adel Yahya no lograron provocar una matanza porque el explosivo casero que utilizaron no estaba en condiciones. Ellos aseguran que no intentaron matar a nadie, sino sólo provocar el pánico.

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