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Crítica:VALDEMORILLO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Chaves indulta un toro

López Chaves se ha situado bien en pelotón y viene pidiendo paso a los primeros puestos del escalafón. Cuidado con él. Su primero, muy Santa Coloma, levantó palmas aisladas y entusiastas. Asustadizo en el capote, adormecido en el caballo, pasota y poco claro en la muleta, tuvo el salmantino que hacer acopio de técnica y valor para evitar las intenciones del pegajoso traidor. Está curtido Domingo en estas lides. Por desgracia, la espada dio al traste con una faena que estuvo muy por encima del bravucón. Pero su decisión iba a encontrar el premio en el cuarto. Una larga de rodillas de recibo nos avisó de que andaba decidido. El toro empujó en caballos, llevó buen castigo, pero no abrió la boca. El diestro nos lo brindó y se lo llevó a los medios doblándose entre oles que, sin solución de continuidad, agitaban la plaza en naturales y remates, después en redondos, de nuevo en naturales, derechazos... En el abaniqueo el clamor era unánime y el silencio que precedió a la estocada se convirtió en conflicto de gritos y pañuelos pidiendo el indulto, que el toro, bravo, no merecía. Pero la excitación era imparable. Con la afición dividida volvió el toro al campo y el torero paseó por la arena de la gloria los trofeos en manos de sus peones.

Mayoral / López Chaves, Saavedra, Cruz

Toros de Pablo Mayoral, con casta; 1º bravucón, 2º, 3º y 4º -indultado- bravos y encastados, 5º soso, 6º reservón. Domingo López Chaves: 2 pinchazos, metisaca y 5 descabellos (silencio); estocada simulada (2 orejas y rabo). Julio Pedro Saavedra: bajonazo (pitos); tendida y 6 descabellos (pitos). Fernando Cruz: 2 pinchazos y estocada (vuelta); estocada (palmas). Valdemorillo, 11 de febrero. 5ª de feria. Casi lleno.

Fernando Cruz dio a su primero dos verónicas prometedoras que iban ganando enteros cuando en la muleta, citando bien, templando, rematando atrás, bien compuesta la figura, creaba, al son de Paquito el chocolatero, carteles de toros en la boca de riego. Naturales largos, cadenciosos, los mejores de la feria. Hay que seguir a este torero que en su muleta traía, dibujando filigranas, la plaza de Chamberí hasta los campos altos de Valdemorillo. Con el sexto, un reservón que se quedaba y buscaba en mitad de la suerte, sólo pudo porfiar.

Dique seco

La corrida de Valdemorillo dejó a Saavedra en el dique seco el año pasado. La grave cogida se suma a otras recibidas de similar calaña. ¿Pesaría el historial? Pues allí se fue a brindar, abiertos los brazos generosos y pegada la montera al pecho. Las series, más voluntariosas que exquisitas, de pronto se tornaron en angustia. Al tomar el estoque ya le era imposible cuadrar y hubo de matarlo de un degüello al encuentro. Igual ocurrió con su segundo, un soso encastado que llevaba la cabeza alta y que le llenó de ansiedad y desconfianza. Otra vez al encuentro, colocó el acero como pudo y descabelló seis veces. Los toros fueron aplaudidos; el torero pitado. A Julio Pedro Saavedra le pesó el historial.

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