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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Las soflamas del presidente

Mientras se pone en claro si Fitur, el certamen turístico madrileño, tiene la utilidad que le adjudican quienes lo disfrutan a cargo del erario, lo incuestionable es que constituye un excelente púlpito para el cacareo propagandístico y partidario. Parece obvio que, blindada contra la crítica, toda fantasía tiene allí su asiento y los gobernantes valencianos que concurren se sueltan el pelo vendiendo nuestras excelencias, reales e imaginadas. Al fin y al cabo es un mercado y se trata de ganar clientes. En ese aspecto nada se le habría de objetar a la euforia que impregna los discursos, más o menos parecidos a los de la competencia en el negocio, cada vez, dicho sea de paso, mejor equipada y persuasiva.

Pero ocurre que a menudo esos discursos se pronuncian en clave política autonómica y están orientados exclusivamente al propio electorado, como ha sido el caso -citamos por su relevancia- de buena parte de las proclamas allí desgranadas por el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, tan proclive en ocasiones a la venta de humo, y tanto más en el clima electoral que ya nos invade. En este sentido, sin embargo, no se le puede negar cierta audacia metafórica al describir como "fábricas del turismo del siglo XXI" los proyectos e iniciativas, tales como la Ciudad del Arte y de las Ciencias, Terra Mítica, la Ciudad de la Luz, la Copa del América y -suponemos asimismo- Mundo Ilusión y el circuito urbano de Fórmula 1, si es que llega a ramos de bendecir en Valencia, a pesar de estar a tiro de piedra el de Cheste.

Nada objetaríamos, como queda dicho, si el jefe del Consell se limitara a pavonearse aprovechando la repercusión mediática de la feria, pues ha de considerarse como una ventaja de su rango. Lo que no se puede trasegar sin protesta es que nos asegure que las aludidas fábricas hayan dado rendimientos superiores a las inversiones que requirieron o están consumiendo sin cesar. Un extremo que, por otra parte, pudiera ser posible, pero acerca del cual no hay datos verificables y sí, en cambio, no poco ocultismo. ¿Quién sabe qué nos está costando ese Teatro de las Artes, trasunto de la tela de Penélope por los cambios y reformas de nunca acabar? ¿Y qué decir del parque mítico de Benidorm, más famoso ya por las trapacerías sub iúdice que por la cuenta de explotación?

Las preguntas podríamos extenderlas a esas otras factorías en promoción o ensueños -¿dónde está la prometida Ciudad de las Lenguas y qué nos cuesta mantener viva su memoria?- que gravan los presupuestos públicos, pero acerca de las cuales, y especialmente de sus entretelas financieras, el Gobierno del PP ha olvidado el concepto y la práctica de la transparencia. A su parecer resulta obvio que la claridad no es una virtud democrática, sino una servidumbre, de ahí que soslaye, desdeñe e incluso caricaturice a menudo con respuestas esquemáticas y elusivas las interpelaciones escritas de la oposición en sede parlamentaria y se blinde con legalismos ante las pesquisas de sus críticos.

En consonancia con esta opacidad y reservas, no habría de chocarnos la afición de nuestras autoridades populares a convocar conferencias de prensa sin derecho a formular preguntas por parte de los informadores. Un raro ceremonial en el que estos se limitan a tomar nota de un sermón o arenga. En eso queda todo. No es un invento del PP, sino una farsa propia de los regímenes autocráticos en los que se escribe al dictado, pero que se ha prolongado, no sin la protesta corporativa y razonada de la Unió de Periodistes Valencians, que fueron calificados de "sectarios y radicales" por parte del dirigente conservador Enrique Crespo, un liberal peculiar.

Este episodio, como la misma involución informativa de la TV autonómica, tan acrítica y servil, explican la aparente actitud de la opinión pública valenciana, anestesiada para unos, menfotista para otros e impredecible para buena parte de la clase política. De ahí las soflamas con que nos obsequia el presidente y que quizá valgan como argumento de ventas en una feria de turismo, pero que no son las que corresponden a una sociedad democrática que no puede ser insensible al secuestro del debate público que venimos sufriendo estos años, así como a las tergiversaciones y silencios que han propiciado la hegemonía política del PP. En mayo veremos si la mentada sociedad es también adulta.

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