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JONATHAN RHYS MEYERS

El actor que huele a éxito

El maquiavélico y seductor asesino fabricado por Woody Allen en 'Match point' rezuma éxito. Jonathan Rhys Meyers, irlandés de 29 años, salta de las pantallas a la promoción de las fragancias masculinas de Hugo Boss

Hace un par de años, a muchos, esta cara no les habría dicho gran cosa. Un chico guapo más, anunciando una colonia. Pero Jonathan Rhys Meyers, de 29 años, es hoy uno de los actores con mayor proyección mundial. Desde que Woody Allen le convirtiera en el ambicioso asesino de Match point, apenas ha tenido vacaciones. Ha cubierto las espaldas a Tom Cruise en Misión imposible III, ha ganado un Globo de Oro por recuperar el golpe de cadera de Elvis Presley y ha logrado sacar el lado bueno del temible Enrique VIII. Ahora acaba de firmar contratos millonarios por convertirse en la nueva imagen de los perfumes de Hugo Boss y de la línea masculina de Versace.

Estamos en Londres, a un paso del tumulto de Covent Garden. Nadie imagina que tras la puerta de una típica casa inglesa, en un salón acondicionado por los responsables de la fragancia masculina de Hugo para la ocasión, se encuentra este actor irlandés tomando el primer café de la mañana y fumando un cigarrillo medio de extranjis a través de la ventana de un jardín interior. "Hi, I'm Jonny", suelta con desbordante energía antes de tomar asiento. Su absorbente mirada azul sólo compite con una cicatriz justo encima del labio que se hizo al caerse de pequeño de una silla. Se presenta con un look estudiadamente descuidado y algo tenso. Se nota que está acostumbrado a promocionar películas, pero no a rendir cuentas ante los responsables de una marca, que atienden desde un segundo plano.

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Supongo que se habrá puesto Hugo by Hugo Boss antes de salir de casa.

Por supuesto. Nunca promocionaría nada que yo mismo no comprase.

Es la primera vez que esta fragancia escoge a una celebridad para anunciarse. ¿Por qué piensa que le han llamado?

Supongo que porque procuro ser valiente con mis interpretaciones, llevarlas al límite. He trabajado con auténticos librepensadores. Y como soy la cara que utilizan para dar forma a sus historias, es comprensible que una firma como Hugo, representante de un espíritu libre e independiente, acuda a alguien como yo.

Hugo huele a irreverencia. ¿Qué es lo más irreverente que ha hecho?

Acabo de interpretar al rey de Inglaterra. Supongo que, como irlandés, es lo más irreverente que podría hacer.

La firma representa al 'hombre saludable' . ¿Se identifica usted con él?

Sí, me preocupo por mi salud. Mi origen también influye: crecí en una ciudad pequeña de Irlanda [Cork] en condiciones algo insalubres. Me gusta lo saludable. Otras campañas publicitarias hacen hincapié en el heroin chic o lo decadente. Hugo apuesta por la fuerza, lo energético. Y eso me atrajo especialmente.

Hay un dicho irlandés que se refiere a que su país creció a base de patatas.

[Risas] ¡Y es cierto! Yo estoy hecho de patatas cocidas.

Ahora ríe, pero la infancia de Jonathan Rhys Meyers no fue fácil. Un rumor persistente apunta a que sus padres le sacaron de un orfanato siendo un bebé, mientras que el actor insiste en que es tan sólo una fantasía. En cualquier caso, tras un divorcio mientras aún era niño, Jonathan se crió en las calles de un barrio obrero, fue expulsado de un estricto colegio religioso y con 16 años andaba perdido por los antros del pueblo. Hasta que un día le ficharon para un casting en un local de billares. Pocos meses después hizo su primer anuncio para sopas Knorr. En el cine se estrenó como asesino en Michael Collins, y despegó como icono del glamour gracias a un trasunto de David Bowie en Velvet Goldmine, de Todd Haynes. Mucho antes, cuando apenas tenía 19 años, pudimos verle como efebo comestible en un entrañable bodrio del género fantástico español llamado La lengua asesina. "Tío, ¿te puedes creer que todavía no la he visto? Por favor, si consigues una copia, envíamela". Piensa en cambiar Londres por la meca hollywoodiense, pero hasta hace poco Jonathan Rhys Meyers se preocupaba de dejar atrás otra cosa: una imagen ambigua que le impedía acceder a papeles de calibre.

Su temor a no ser reconocido para ciertos papeles le llevó a obsesionarse con el ejercicio físico. ¿Ha conseguido romper su imagen de actor andrógino?

Cada cierto tiempo tienes que hacerte una nueva idea de ti mismo y promoverla. Y así hice con Velvet Goldmine, donde exploté toda mi androginia; después me llovieron ofertas similares, pero no me interesaba repetirme. Y entonces llegó Quiero ser como Beckham, donde interpretaba a un chico dulce y cercano. Siempre hay que crecer. Yo centré buena parte de ese crecimiento haciendo ejercicio. Es muy difícil conseguir papeles adultos cuando tienes veintipocos, porque ya no eres un adolescente y todavía no se te considera un hombre. Tengo la convicción de que a cualquier actor no le llegan sus mejores papeles hasta la mitad de la treintena. Es entonces cuando puedes aplicar toda tu experiencia en beneficio de una historia. Pienso en Hugh Jackman o en George Clooney, que no alcanzaron el éxito hasta bien pasados los 30.

El punto de inflexión vino con 'Match point', tanto en su carrera como en la imagen.

Hacer de protagonista con Woody Allen te ratifica como artista. Que una película haya tenido tanto éxito y resulte tan diferente como ésta, te cualifica como alguien que tiene voz propia. Eso es lo que impulsa a otra gente a decir: "Sí, quiero a este chico en mi película". O, en este caso, en la campaña de Hugo.

También protagoniza la campaña de Versace, una de las insignias de la opulencia en la moda mundial. ¿Cree que se pueden encarnar dos espíritus tan diferentes al mismo tiempo?

Por supuesto. Como actor debes tener diferentes registros; como hombre-anuncio, también. Por eso me interesaba hacer esta campaña de Hugo, porque representa un espíritu independiente, librepensador, brillante y valiente. Y complementarlo con algo tan obviamente decadente y chic como Versace. Son, tan sólo, dos caras de mi personalidad.

Es bien sabido que la responsable de Versace se rodea de un círculo de seguridad, incluso en las fiestas privadas. ¿Ha logrado usted traspasarlo?

[Sonríe] Por supuesto. Los guardaespaldas son personas más razonables de lo que se suele pensar. Además, Donatella jamás dejaría que nadie que ella no quisiera traspasara ese círculo.

Siempre ha rehuido la vida pública. ¿No teme que el 'glamour' le absorba?

Nunca me he planteado "oh, voy a llevar una vida llena de glamour", pero cuando me encuentro en una situación así trato de disfrutarla. Tengo claro que eso no tiene nada que ver con mi vida. Mientras baje a comprar la leche a la tienda de la esquina, todo va bien. Imagina que alcanzas el éxito y, de repente, la gente te regala cosas y ganas cada vez más dinero; antes de darte cuenta empiezas a salir con gente de la industria, actrices, modelos… Y te olvidas de lo que realmente te convertía en una persona extraordinaria: tu habilidad para conectar con el tío que viaja cada día en autobús. Si ese tipo no se siente identificado contigo es probable que no te vaya a ver al cine ni quiera oler como tú.

Pero es posible que en ese autobús sea su cara la que adorne la carrocería.

¡Mejor! Si ese tipo me reconoce y se queda con el perfume, me habré ganado el salario.

¿Por qué cree que las firmas de moda y belleza acuden a una celebridad antes que a un modelo para anunciarse?

Resulta muy difícil conectar el producto con el estilo de vida de un modelo. Ver a una celebridad propicia una conexión, percibes su vida. La fragancia de Hugo huele al éxito del joven protagonista del filme de Woody Allen o al espíritu aventurero del compañero de Tom Cruise en Misión imposible III.

¿El mero hecho de poner la cara a una firma le obliga a escoger un determinado tipo de papeles?

No, no. Yo no tengo que escoger papeles necesariamente positivos, sino interpretar bien. Y tampoco tengo que seguir un estilo de vida para representar el producto. Por eso hago esto: Hugo no tiene que cambiar nada de mí y yo no tengo nada que cambiar de Hugo. Estamos muy cómodos juntos.

¿Y usted qué logra a cambio, al ofrecer su imagen, aparte de mucho dinero?

Nunca haría nada sólo por dinero. Ésta es una campaña mundial, lo que significa que cierto tipo de público me identificará mejor. Así que, ¿me ha ayudado mi carrera cinematográfica a ser la cara de la fragancia de Hugo? Sí. ¿Ha contribuido mi carrera publicitaria a que me escogieran para algunos de mis últimos papeles? Sí. Todo es complementario. Y mientras funcione, seguiré compaginándolo.

¿Cuáles son los hombres que han inspirado su estilo personal?

John Galliano, Dirk Bogarde, Peter O'Toole, El Gatopardo, de Visconti, Wong Kar Wai.

Me sorprende que no mencione a ninguna estrella del rock, usted que ha encarnado a varias en diferentes películas a lo largo de su carrera.

Interpretar a Elvis supuso para mí una revelación. Chet Baker, Miles Davis, Jimi Hendrix… Ninguno de estos hombres persiguió nunca un estilo; sucedió más bien todo lo contrario: el estilo les persiguió a ellos.

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