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Reportaje:39º Festival de Sitges

Los festivales también tienen resaca

Roland Joffé construye en 'Captivity' un 'thriller' previsible sobre el mundo de los psicópatas

Organismos dotados con vida propia, los festivales de cine también tienen sus días ojerosos y atravesados. En la jornada de ayer el avinagrado rostro de Larry Cohen, legendario director de serie B (Estoy vivo, La serpiente voladora) y guionista de éxito (Última llamada, Cellular), era, a la vez, todo un poema y un perfecto resumen del estado de ánimo del certamen tras la resaca de tres días de esplendorosa programación. Acompañado de su compañera sentimental, Laurene Landon -estrella de ese auténtico hito del videoclub llamado Hundra (1983), de Matt Cimber y, hoy, opción ideal para un cameo en Nip / Tuck-, Larry Cohen estaba especialmente rebotado con el título español que ha recibido Captivity, de Roland Joffé -aquí rebautizada Four-, con el diseño del cartel y con el eslogan publicitario: "Lo peor aún está por llegar...". Sin duda, no el tipo de frase que atraería multitudes al cine. En una nueva (y no muy imaginativa) variante del juego de situación límite que ya propuso en Última llamada y Cellular, Cohen describe en el guión de Captivity (o Four, con perdón) el vía crucis que debe atravesar una modelo capturada por un implacable y tecnificado psicópata, dispuesto a convertirla en su mascota particular: "Después de que escribiese Última llamada, de Joel Schumacher, en la que experimentaba con situar la acción en tiempo real y en una única localización, todos me han copiado: La habitación del pánico, Collateral, la serie 24. Todos se han subido al carro. Habrá quien diga que esta película se parece a Saw, pero yo escribí el guión mucho antes y soy un gran amigo del director", suelta Cohen, no precisamente el más simpático de los seres humanos.

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Programada en la sección no competitiva Première, Captivity es un thriller previsible que no dejará huella en la memoria del espectador, pero satisface el morbo de comprobar cómo se maneja Joffé, cantor de lo más noble del alma en películas como La misión o La ciudad de la alegría, en el mundo de los psicópatas: "Mi película plantea si la libertad en la que creemos vivir no es sino una ilusión", declara el director (siempre amigo de las grandes palabras), "vivimos en una sociedad de consumo, pero ¿somos los consumidores o los consumidos? Kate Moss está bien pagada, pero ¿es libre o una prisionera? ¿Qué es la cautividad? ¿Quién es el cautivo? ¿Un loco es un ser libre? A todo esto intenta responder Captivity, que, como el resto de mis trabajos, habla de la lucha por el poder".

Entretanto, la sección oficial no vivía sus mejores momentos, con películas como la japonesa Big Bang love, juvenile A, del siempre cambiante Takeshi Miike, que aquí se disfraza de autor / ladrillo para hablar, de manera gélida y deconstructiva, de los ritos de paso de la masculinidad y de una extraña historia de amor entre presos; o como la alemana Réquiem, de Hans-Christian Schmid -que en España recibirá el disuasorio título de El exorcismo de Micaela (¡se lo juro!)-, mirada cauta y racionalista al proceso de extrañamiento familiar que convertirá a una joven epiléptica en presunta endemoniada a los ojos de su integrista entorno. La película de Schmid tiene a una actriz convincente -Sandra Hüllerd-, ya premiada en Berlín, y una puesta en escena que sobreactúa con perpetuos reencuadres su vocación de verismo.

Roland Joffé, ayer en Sitges.
Roland Joffé, ayer en Sitges.SUSANNA SÁEZ

HOY

- Time, de Kim-ki-Duk. El pulso entre la cirugía estética y el paso del tiempo en el último trabajo del director

de Hierro 3.

- Brick, de Rian Johnson. El género negro acude al instituto en este debut

premiado en el festival de cine independiente de Sundance.

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