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El Gobierno británico rebaja el nivel de alerta y suaviza los controles en los aeropuertos

Los pasajeros podrán llevar de nuevo equipaje de mano, computadoras y teléfonos móviles

El Gobierno de Tony Blair redujo ayer el nivel de alerta terrorista en el país y suavizó los estrictos controles introducidos el pasado jueves a raíz del desmantelamiento de una trama terrorista que han causado el caos en los aeropuertos británicos y han afectado al transporte aéreo mundial. Pero la normalidad aún no ha retornado, y en los próximos días perdurarán las demoras y suspensiones de vuelos. BAA, operador de los principales aeródromos londinenses, tiene previsto introducir hoy el nuevo sistema de seguridad, que limita el equipaje de mano a una bolsa de pequeñas dimensiones.

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El Gobierno británico dio ayer un pequeño paso para restaurar la calma y aliviar la situación de cientos de miles de pasajeros que han visto afectados sus planes de viaje desde el pasado jueves. El nivel de alerta nacional se redujo un punto, de crítico a grave, cinco días después de la masiva operación antiterrorista con la que las autoridades del país creen haber abortado una oleada de atentados a bordo de aviones comerciales.

Aún hay un riesgo "muy alto", aunque no inminente, de que se produzca un atentado, pero la situación comienza a relajarse. "La amenaza no ha desaparecido. La población debe saber que puede haber gente planeando un ataque contra Reino Unido", advirtió ayer el ministro del Interior, John Reid.

La reducción del nivel de alerta vino acompañada por una reducción de las extraordinarias medidas de control impuestas el pasado día 10 en los aeropuertos británicos. Desde ayer, los pasajeros pueden embarcar con un equipaje de mano, aunque de pequeñas dimensiones. La bolsa o mochila no podrá sobrepasar las medidas oficiales (16 - 35 - 45 centímetros) que corresponden aproximadamente al tamaño de un ordenador portátil. Los aparatos electrónicos e informáticos, incluidos los teléfonos móviles y reproductores de MP3, se aceptarán a bordo del avión.

Siguen prohibidos, sin embargo, los mecheros, cosméticos, bebidas y cualquier producto líquido, salvo medicinas con su debida receta y biberones infantiles. Las medidas sólo afectan a las salidas desde el Reino Unido.

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Pero BAA, operador de Heathrow, Gatwick y Stansted, entre los aeropuertos londinenses bajo su control, no introducirá hasta hoy el nuevo sistema de seguridad. Propiedad desde finales de junio del consorcio español Ferrovial, BAA es objeto de fuertes críticas de la industria aérea. British Airways le acusa de incompetencia a la hora de desarrollar "un sólido proceso de seguridad y un sistema adecuado de facturación de los equipajes", lo que está causando largas demoras y cancelación de vuelos.

La aerolínea Virgin se queja de salir perjudicada con las decisiones tomadas por BAA mientras la compañía Ryanair le reprocha la falta de personal suficiente para hacer frente al desbarajuste. El presidente de Ryanair, Michael O'Leary, considera que las últimas medidas no son efectivas y van a provocar nuevos problemas: "¿Por qué es seguro llevar un cosmético en el metro y no lo es en un avión? El Gobierno tiene que ser honesto con la gente". Y según la cadena de televisión Channel 4, BAA mantiene una enconada disputa con la policía de Londres sobre el reparto de los costes adicionales de las medidas de seguridad.

BAA intenta tomar el control de la situación que, según su director ejecutivo, Stephen Nelson, es "la mayor crisis de seguridad en la historia de la aviación de Reino Unido". Ayer, volvió a cancelar un 20% de los vuelos de las compañías que operan en Heathrow. BBA ha reducido al 50% el número de personas sometidas a un cacheo manual, lo cual ha agilizado ligeramente el tráfico de pasajeros en el aeródromo más transitado de Europa. El operador calcula en unos 50 minutos las demoras en las llegadas de viajeros.

Scotland Yard mantiene retenidos a los 23 sospechosos de querer explotar aviones con explosivos camuflados en el equipaje de mano. Tan sólo uno de los detenidos en las redadas de la semana pasada ha sido puesto en libertad. Ayer, los agentes de seguridad seguían rastreando una zona del condado del Buckingham, donde se practicaron varias detenciones, en busca de pruebas incriminatorias, entre ellas los líquidos explosivos en manos de la desbaratada célula terrorista.

La BBC apuntaba por su parte que se habían requisado un arma de mano y un rifle en los registros de viviendas y locales comerciales de los detenidos. La policía dispone de otros 21 días para presentar una acusación contra los sospechosos. De no conseguirlo en ese plazo, la legislación le obliga a liberarlos.

Un grupo de pasajeros hace cola para facturar su equipaje en la terminal 4 del aeropuerto londinense de Heathrow.
Un grupo de pasajeros hace cola para facturar su equipaje en la terminal 4 del aeropuerto londinense de Heathrow.ASSOCIATED PRESS

Nuevo retraso del juicio por 'el caso Menezes'

La Policía Metropolitana de Londres logró posponer ayer la vista judicial relacionada con la muerte de Jean Charles Menezes, electricista brasileño al que las fuerzas de seguridad confundieron con un terrorista. Menezes recibió siete disparos en un vagón del metro londinense, el 22 de julio de 2005, pero todos los agentes involucrados en el grave error policial no serán juzgados por falta de pruebas. Sólo se presentaron cargos contra la institución policial por presuntas infracciones de la Ley de Seguridad e Higiene en el trabajo, cuya vista judicial se abrió ayer.

Pese a la levedad de los cargos, el juez otorgó un plazo de cinco semanas adicionales, que los abogados de Scotland Yard solicitaron para preparar su defensa. "Necesitamos más tiempo para considerar nuestra posición", dijo el letrado Mark Scoggins. La institución debe decidir si se declara culpable o inocente de descuidar sus obligaciones en el transcurso de la operación en la que resultó muerto un inocente. Menezes fue confundido con uno de los terroristas islamistas que fallaron en su intento de hacer explotar tres bombas en el metro de Londres el 21 de julio de 2005. Quince días antes, cuatro bombas en el transporte público londinense habían matado a 52 personas.

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