La policía dice que el accidente fue por exceso de velocidad
El accidente del metro de Valencia, donde el pasado 3 de julio murieron 43 personas, se debió "exclusivamente" al exceso de velocidad que llevaba el convoy al tomar una curva existente antes de la estación de Jesús, según el dictamen pericial de la policía entregado al juzgado. Los agentes no han detectado fallos en el tendido férreo ni en los componentes del tren. La reconstrucción del accidente se hizo el pasado día 13, prestando especial atención a los instrumentos de conducción y de frenado de la unidad, según fuentes policiales.
El informe policial explica que el conductor del convoy, Joaquín Pardo, salió de la estación de la Plaza de España y encaró una primera curva suave, a mano derecha. Al entrar en una recta de unos 800 metros, el maquinista aceleró al máximo, alcanzando los 80 kilómetros por hora. A esa velocidad tomó una segunda curva muy pronunciada, que está señalizada con un disco que limita la velocidad a un máximo de 40 kilómetros por hora. Al darse cuenta de que circulaba demasiado rápido, el conductor apretó el freno tratando de aminorar la marcha y, en un intento desesperado, pulsó después el freno de emergencia. Pero el convoy, ya fuera de control, se inclinó hacia su lado izquierdo, rozando contra el suelo. Al volcar, se rompieron los cristales de las ventanillas, por donde salieron despedidos docenas de pasajeros que fueron aplastados por el peso de los vagones, según la investigación.
Las citadas fuentes indican que el dictamen no ha apreciado nada que permita suponer que el maquinista sufriera un desmayo o una pérdida de consciencia. "Si hubiera sufrido un mareo, se habría accionado una especie de seguro existente junto a sus pies y se habría activado una alarma en el puesto de control de la línea 1. Pero la caja negra prueba que esto no sucedió", añaden.
En el tramo entre las estaciones de Plaza de España y la de Jesús sólo hay un sistema de frenado automático en las vías: está situado a unos 30 metros de la estación de Jesús y su función es impedir que el convoy pueda entrar a velocidad excesiva en los andenes. Pero el accidente se produjo antes de llegar a ese punto. "Si hubiera habido este sistema en otros puntos del recorrido, el tren se habría frenado automáticamente; pero no lo hay. Así que deben ser los conductores quienes deben controlar la velocidad", según los medios informantes. Los conductores están autorizados por la empresa a circular hasta un máximo de 60 kilómetros por hora pero sólo para recuperar los retrasos.
El dictamen, en el que no se responde al interrogante de por qué el maquinista encaró la fatídica curva al doble de la velocidad permitida en ese punto, va acompañado de gráficos y planos.
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