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La falsa pista de la tumba de Biriatou

El misterio que siempre ha rodeado a la desaparición de Eduardo Moreno Bergareche, Pertur, se mantiene 30 años después como un caso pendiente de aclaración, junto a otros cuatro ocurridos también en el sur de Francia en los avatares de aquellos tiempos inciertos de la transición: el de Naparra, miembro de los Comandos Autónomos, y el de tres jóvenes españoles que fueron confundidos por policías en Hendaya.

La importancia del esclarecimiento del caso Pertur tiene especial relevancia porque, mientras comenzó atribuyéndose a comandos de extrema derecha, la investigación judicial francesa lo reorientó como una depuración interna de sus ex compañeros en el momento delicado en que estaba en juego la supervivencia de la lucha armada de ETA. El dirigente de ETApm era partidario de abandonar la lucha armada.

Sólo la aparición de su cadáver podría aclarar, sin ningún tipo de duda, cuál es la línea acertada. En medios jurídicos se asegura que ésta es, precisamente, la razón última que impide el definitivo esclarecimiento del caso.

La familia Moreno Bergareche y su amigo y abogado Juan María Bandrés no dejaron pasar una oportunidad -hasta que a Bandrés le retiró un infarto cerebral, en 1997- para tratar de esclarecer el caso. Convencidos de que Pertur había sido asesinado, sus familiares han ambicionado siempre poder encontrar a los culpables y dar al fallecido una sepultura digna.

Tan sólo una vez en estos 30 años se han acercado a lo que creyeron que les iba a devolver los restos de Pertur. Pero resultó ser una pista falsa. En septiembre de 1997, Bandrés recibió una confidencia procedente, según fuentes jurídicas, de un ex compañero de Pertur que aseguraba tener datos del supuesto crimen.

La confidencia señalaba un panteón

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del pequeño cementerio de Biriatou, situado a poco más de un kilómetro de distancia del lugar donde Pertur fue visto por última vez. La tumba está presidida por una gran cruz de piedra que tiene esculpido el nombre Ostiz. Bandrés solicitó su apertura al fiscal de Bayona, que accedió a ello rápidamente a la vista de los datos. Pero la decepción llegó cuando la policía judicial francesa y un equipo de forenses y expertos desmontaron la lápida. En el interior de la tumba no se halló el cuerpo de Pertur.

"Nosotros creímos entonces y albergamos todas las esperanzas de que apareciera, pero quedamos tan defraudados por aquel fracaso, no sé si llamarlo engaño, que nos produjo un enorme shock. Nos costó mucho salir de aquello, que fue más que una desilusión, porque nos hizo revivir de nuevo todo", recuerda Marta Bergareche, la madre de Pertur.

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