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Motociclismo | Gran Premio de Alemania
Columna
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Una maniobra americana

Llegan dos pilotos a la curva y ambos quieren pasar al mismo tiempo y por el mismo sitio: problema a la vista. Por las buenas o por las malas, uno de ellos tendrá que ceder. Hay cosas que son imposibles. La explicación parece de chiste, pero no lo es. A Dani Pedrosa, por lo menos, no le hizo ninguna gracia aunque ya sabemos que es un chico bastante serio. Su fallido adelantamiento a Hayden en la vuelta final del Gran Premio de Alemania recuerda, con ciertos matices, la situación protagonizada la pasada temporada por Valentino Rossi y Sete Gibernau en la última curva de la última vuelta del Gran Premio de España.

Mientras Rossi iba tapando con hermética eficacia cualquier hueco por donde tratase de colarse Melandri, Pedrosa intentó rebasar a Hayden por el interior pero éste le cerró la puerta subrepticiamente. No hubo ya más oportunidad y el Nen acabó fuera del podio. Su frustración es comprensible. Había ejecutado esta misma maniobra varias veces a lo largo de la carrera. Aunque parecía poco menos que imposible que por allí pudiera pasar una máquina de MotoGP, Dani siempre conseguía culminar ese interior tan estrecho y tan justo. Pero en la última vuelta, cuando tenía la operación casi hecha, las cosas se torcieron. La curva giraba a derechas. Dani, por el interior, dirigía su mirada hacia la salida del viraje, de forma que no podía ver a Nicky. A su lado, inclinado a escasos centímetros, con las ruedas delanteras de ambas Hondas casi perfectamente paralelas, éste, rodando en el ápice de la curva, décimas de segundo antes de tumbar la moto hacia dentro para culminar la trazada, tampoco veía a su compañero de equipo. Los rápidos reflejos del español, que cortó gas al instante para evitar la colisión, evitaron la catástrofe. A pesar de la legalidad del adelantamiento de Pedrosa, que alcanzó su posición con limpieza, Hayden no se había desviado ni un ápice de lo que se conoce como el sitio. Estaba en el punto ideal de la trazada justo en el instante que su rival se situaba dentro de la curva, buscando la trayectoria ideal.

"Me ha parecido una maniobra un poco... americana", declaró Pedrosa, un piloto fino que traza como con tiralíneas y evita la brusquedad. Por eso su adjetivación no es gratuita. Existe, en efecto, un estilo ciertamente americano de correr en moto que enlaza con la fecunda tradición del dirt track en Estados Unidos, extendida a otros países anglosajones. Esta modalidad deportiva se disputa en circuitos ovales, de tierra, hierba o ceniza, en los que los pilotos trazan en constante derrapaje, con uno de los pies -calzado con una bota de hierro- busca el apoyo en el suelo. Cerrar la trayectoria de un rival con pocos miramientos, aunque siempre dentro de unos límites, entra dentro de la normalidad. Cuando Kenny Roberts Sr., Wayne Gardner, Freddie Spencer y otros empezaron a frecuentar el Mundial -que hasta mediados de los setenta era coto europeo-, sus modos sobre la moto resultaban algo chocantes para sus rivales, pero el público los acogió con ganas: las carreras eran mucho más espectaculares y divertidas. Quizá por eso no sea mala idea tomárselo con cierta flema europea.

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