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Reportaje:

El Kremlin se blinda

El Parlamento de Rusia aprueba una serie de leyes que dificultarán la oposición política al presidente Vladímir Putin

Pilar Bonet

Mientras prepara la próxima cumbre del G-8 (las siete democracias más industrializadas y Rusia) en San Petersburgo, el Kremlin construye un sistema político que dificultará la vida a la oposición al actual líder, Vladímir Putin, en las elecciones parlamentarias de 2007 y en las presidenciales de 2008.

La Duma Estatal, la Cámara baja del Parlamento, que es controlada por Rusia Unida (el partido de los seguidores de Putin), tramitó la semana pasada varias leyes para reforzar el control de los comicios. Estas leyes suponen una continuación de la reforma iniciada por el presidente, para restringir el número de partidos políticos y acabar con los diputados independientes.

Los rusos han sido privados ahora del voto de protesta, que podían ejercitar marcando una casilla contra todos los candidatos en liza en las papeletas electorales. Un 5% de los votantes se decantaría por esta opción, si los comicios fueran inmediatos, según una encuesta realizada en junio por el centro de Yuri Levada.

De las legislativas de 2007 quedarán excluidos los candidatos independientes

El temor del Kremlin, sin embargo, no es ese 5% de insatisfechos potenciales, sino la posibilidad de que las fuerzas reformistas que hoy carecen de representación parlamentaria recurran al voto contra todos para torpedear las elecciones de forma legal. El Tribunal Constitucional ha permitido las campañas de propaganda contra todos, pero exhortar al boicoteo electoral es ilegal.

Otra de las leyes aprobadas impide que los partidos incluyan en sus listas a afiliados de otros partidos. Así se elimina del todo el principio del paraguas, mediante el cual fuerzas consolidadas podían dar cobijo a otras más débiles, y se condena a desaparecer a las organizaciones que, por sí mismas, no superen el listón del 7%. En anteriores comicios, la barrera para clasificarse fue del 5%.

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En virtud de la reforma electoral, los candidatos independientes no podrán participar en las legislativas de 2007, ya que éstas se realizarán por listas de partidos y no por el sistema mixto (listas y distritos mayoritarios) vigente hasta ahora. Los partidos, que son más de treinta, han sido obligados a registrarse de nuevo con un procedimiento que menguará su número. Algunos tienen dificultades insuperables para cumplir con los requisitos, como el Partido Republicano, una de las formaciones liberales más antiguas entre las surgidas al desmoronarse el sistema comunista. Su líder, Vladímir Rizhkov, hoy un diputado independiente, cree que el Kremlin pone trabas deliberadamente al registro.

Por si fuera poco, la Duma ha comenzado a tramitar otras leyes que amplían el concepto de extremismo y permiten aplicarlo a los adversarios políticos. Si prosperan las iniciativas, quienes calumnien a los miembros de la Administración podrán ser declarados "extremistas" y privados del derecho a competir electoralmente. Ante el Parlamento hay otra ley que contempla la "votación anticipada", para quienes no puedan emitir su voto el día de los comicios. La votación anticipada, un modelo aplicado en Bielorrusia y criticado por los observadores occidentales, había sido restringida antes en Rusia para evitar manipulaciones.

En vísperas de la primera cumbre del G-8 que se celebra en Rusia, el Kremlin realiza una ofensiva de imagen para aparecer como abierto en lo político y seguro de sí mismo en lo económico. La afluencia provocada por el petróleo hace que sea más persuasivo en el segundo campo que en el primero.

El vicejefe de la Administración presidencial, Vladíslav Surkov, considerado el cerebro gris de la política interior del Kremlin, insistió la semana pasada en que la democracia rusa es "soberana" y no "dirigida desde fuera". De Occidente, Rusia quiere "tecnología", pero no los discursos de quienes "hablan de democracia y piensan en nuestros hidrocarburos", subrayó Surkov.

Aludiendo al vicepresidente de EE UU, Dick Cheney, Surkov llamó la atención sobre el doble rasero del alto funcionario, que criticó a Rusia, pero elogió a Kazajistán por sus progresos democráticos. "Los ciudadanos de Kazajistán son nuestros hermanos, pero nunca estaré de acuerdo en que ese país ha avanzado más que nosotros en la construcción de la democracia", señaló. La observación de Surkov respecto a la república centro asiática es pertinente, pero la democracia rusa no deja de ser es un producto frágil.

La obsesión del Kremlin por el control de los medios de comunicación, especialmente la televisión, será puesta a prueba por los sectores liberales que, con el título La Otra Rusia, han organizado un foro el 11 y el 12 de julio en Moscú para dar a conocer la existencia de una alternativa a la Rusia oficial.

En el comité organizador está el economista Andréi Ilariónov, que había sido el sherpa del presidente Putin en el G-8. Ilariónov contrapuso la Rusia "de los ciudadanos, del derecho del progreso y de la libertad" a la Rusia del monopolio económico y político. En el foro intervendrá también el ex jefe del Gobierno, Mijaíl Kasiánov, que este fin de semana presidió un congreso constituyente la Unión Popular Democrática, un movimiento cuyo fin es apoyar su candidatura a la presidencia del Estado en 2008.

Vladímir Putin, con los jefes religiosos musulmán, ortodoxo y judío, ayer en Moscú.
Vladímir Putin, con los jefes religiosos musulmán, ortodoxo y judío, ayer en Moscú.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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