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Tribuna:EL CAMINO HACIA LA PAZ
Tribuna
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Acuerdos para la convivencia en Euskadi

El autor sostiene que los socialistas vascos deben dejar claro que no gobernarán con los herederos de Batasuna.

Tras más de tres décadas de terrorismo en nuestro país, la paz en Euskadi se está abriendo camino. No debemos permitir que el terrorismo nos robe la esperanza; yo la tengo y creo firmemente que su fin será un hecho más pronto que tarde. Pero, como ya se ha dicho hasta la saciedad, no va a ser este un proceso corto y fácil, sino todo lo contrario, será largo, duro, difícil y trabajoso.

Porque tampoco podemos negar que el terrorismo nos ha robado muchas cosas, demasiadas. Nos ha arrebatado a nuestros mejores hombres y mujeres, dejando tras de sí una dolorosa huella de por vida para miles de familias que han sufrido la lacra del terrorismo en su entorno más cercano; ha creado desconfianza de la ciudadanía hacia sus representantes públicos; en no pocas ocasiones, ha enfrentado a los ciudadanos; y ha quebrado las relaciones entre los partidos políticos, fomentando la desunión entre los demócratas.

Se equivoca tanto quien trata de apropiarse del éxito como quien parece que prefiere el fracaso

Así pues, al fin del terrorismo, la paz será una victoria de la democracia, de la ciudadanía, del Estado de derecho y de las víctimas del terrorismo. Será un logro de todos y, en este sentido, se equivocará tanto quien trate de apropiarse del éxito como quien traslade la sensación de que prefiere el fracaso.

Como afirmaba al principio, yo me coloco, desde la prudencia, en el escenario de que el fin del terrorismo llegará pronto, porque hay indicios que hacen pensar que el paso dado es ya irreversible. Pero con la misma convicción, considero que el fin del terrorismo no traerá inmediatamente la convivencia democrática. Porque tras alcanzar la paz, ese es el reto, la convivencia. Y para ganarla hace falta recomponer la política, los afectos, las relaciones entre los partidos políticos y las personas desde la confianza. Lo que sigue sobrando son los discursos confusos y también los planteamientos difusos.

En este sentido, somos conscientes, como lo es toda la ciudadanía, que la izquierda abertzale es una parte de la sociedad vasca. Hoy sin representación institucional por estar ilegalizada por la Justicia. Un colectivo que tendrá su expresión legal siempre que dé los pasos para formar parte normalizada del sistema de partidos democráticos que ampara nuestro Estado de derecho. En sus manos está.

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Por tanto, no vamos ahora a premiar a quienes, tras más de tres décadas de aliento y justificaciones inútiles, están descubriendo que nuestro país es un Estado democrático y de derecho. La Constitución española es generosa e incluyente y, por tanto, si dan los pasos, bienvenidos sean al sistema democrático. Punto y final. Tiene que quedar claro que no vamos a compartir -ni implícita ni explícitamente- acuerdos de gobierno con los herederos de HB. No se puede pasar de ser inquilino de la Audiencia Nacional a gestionar nuestras vidas.

Porque, consecuencia de tanto tiempo de anormalidad política, venimos percibiendo que Euskadi ha perdido peso político y económico tanto en el ámbito nacional como en el internacional, y para recuperarlo no aspiramos a hacerlo de la mano de partidos radicales, aún siendo legales, fundamentalmente por la desconfianza que generaría en la sociedad una alianza de ese tipo.

La pérdida de peso político y de prestigio de Euskadi se debe también a que llevamos años preocupados más por nuestras cuestiones internas que por las externas; porque en este periodo el Gobierno vasco no ha sabido liderar nuestra comunidad y, cuando lo ha hecho, ha sido con propuestas unilaterales. Por ello, muchas comunidades y regiones -que no han dejado de avanzar gracias al Estado de las Autonomías y al aprovechamiento de todas las potencialidades del proyecto europeo- hoy son serios competidores para nosotros. Y, sobre todo, porque han entendido que España es un valor añadido a las comunidades autónomas.

Sin embargo, como queda demostrado, Euskadi ha perdido peso económico: en el quinquenio 2000-2005, la comunidad autónoma vasca ha sido la cuarta de España que menor crecimiento económico ha experimentado; los Presupuestos vascos para 2006 nos colocan como la comunidad de España que menos gasto público realiza con relación a nuestro producto interior bruto -como ejemplo, al Departamento de Industria, sector que aporta en torno al 30% de nuestro PIB regional, se dedica el 4% del gasto público-.

Quiero poner en valor la trayectoria del socialismo vasco, un partido político serio y responsable; por tanto, con partidos políticos serios y responsables se tiene que trabajar. Y es en este sentido en el que considero que hace falta que los grandes partidos vascos se entiendan, y que ese entendimiento se produzca desde la transversalidad. El PNV, desde la gran responsabilidad que tiene en Euskadi, y el socialismo en Euskadi y en España, tenemos el deber de recuperar la confianza perdida, tanto entre los partidos políticos como de la ciudadanía hacia la política. Hace falta seriedad, compromiso y visión de país para recuperar el tiempo perdido y poner a Euskadi donde estuvo, tanto a nivel político y económico como a nivel social. En mi opinión, esta posición supone una única garantía de futuro para la sociedad, para conseguir la convivencia y, de esta forma, la confianza de la gran mayoría de la ciudadanía vasca.

Esto no supone reeditar fórmulas del pasado. En primer lugar, porque hoy estamos en una situación histórica que apunta al final del terrorismo, lo que hace que nuestra obligación sea construir un país donde quepamos todos, ese nuestro gran reto. En segundo lugar, porque la Euskadi de hoy -su ciudadanía, su realidad, su posición estratégica- nada tiene que ver con la de hace 15 ó 20 años. Y, en tercer lugar, porque Euskadi ante los nuevos retos necesita una alternativa creíble al Gobierno de Ibarretxe. Y es precisamente la que se está haciendo, una oposición útil, responsable, constructiva, generadora de confianza para con la sociedad vasca y con visión de futuro, como mejor forma para que la alternancia democrática se pueda producir desde la normalidad.

Javier Rojo es presidente del Senado y secretario político del PSE-EE

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