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CIENCIA FICCIÓN
Columna
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Elogios y dudas de la serie de televisión 'Núm3ros'

"LOS NÚMEROS no mienten, las personas sí". Es la sentencia que aparece en el cartel anunciador de la serie policíaca de televisión, estrenada recientemente en Antena 3, Todo está en los números (Numb3rs, 2005). Si en la famosa y consolidada CSI la ciencia es la base para resolver el delito, en esta original serie se le suma el empleo de las matemáticas. Ambientada en Los Ángeles, narra las peripecias de Don Eppes (Rob Morrow), un concienzudo agente del FBI, y de su hermano Charlie (David Krumholtz), un sagaz matemático, profesor en la Universidad de California, en su intento por aplicar las ciencias exactas a la resolución de casos criminales complejos.

No resulta habitual que las matemáticas sean las protagonistas de obras de ficción. Ejemplos como Pi (1998) y Una mente maravillosa (2001), serían la excepción. "Pensamos que si podíamos mostrar lo que pueden hacer las matemáticas y cómo también un matemático puede ser un héroe, inspiraría el interés de los jóvenes por estudiarlas", declaran sus creadores, Nicolas Falacci y Cheryl Heuton. Loable objetivo dado el notable desinterés existente entre la ciudadanía en general.

¿Cómo identificar a un violador y asesino en serie? ¿Cómo detener a una banda de atracadores de bancos? Son los primeros episodios resueltos gracias a las matemáticas. Con fórmulas y ecuaciones. El primero está inspirado en un caso real acaecido en Luisiana en los años noventa. Fue resuelto por un detective canadiense con un doctorado en matemáticas que ofreció sus servicios a la policía. Había desarrollado una fórmula para determinar la localización probable de la residencia del perpetrador, basada en el patrón de los lugares de los crímenes.

El segundo episodio se basa en una sucesión real de robos a bancos en el Estado de Maryland en 2004. Un matemático de Arkansas proporcionó el modelo analítico que permitió a la policía detener a la banda. Los violadores, como los asesinos en serie, no siguen pautas. Acostumbran a realizar sus fechorías al azar para despistar a la policía, en un macabro juego. Al igual que no se sabe con exactitud en qué punto del suelo caerán las gotas de agua arrojadas por un surtidor (intervienen muchos factores: velocidad exacta de salida, inclinación del surtidor, condiciones atmosféricas, etcétera), sí puede conocerse, en cambio, la situación del surtidor a base de analizar los puntos de caída de una multitud de gotas.

Es una resolución a la inversa del problema, como bien se encarga de demostrar el joven matemático en su pizarra: las trayectorias de las gotas de agua son parábolas. Por una vez se muestra una expresión matemática correcta que no sirve sólo de decoración de fondo, como es habitual. Con esta analogía, a base de analizar los lugares donde se produjeron las violaciones, Charlie propone un método que sintetiza en una fórmula, para hallar el lugar de partida desde donde opera el violador.

La fórmula se traduce en una zona de la ciudad donde la probabilidad de hallar al sujeto es alta (cercana al 90%). Hasta ahí se desplazan los agentes federales para rastrear a los fichados por delitos sexuales de la región. Sin embargo, la fórmula propuesta y aplicada a la resolución del caso no da el resultado esperado. Algo también habitual en el trabajo científico donde se requieren aproximaciones sucesivas (y hasta cambios radicales de planteamiento) para llegar a la solución.

El mentor de Charlie, el doctor Larry Fleinhardt (Peter MacNicol), un excéntrico y despistado profesor de física (éste sí, un personaje arquetípico, representación fiel del científico de la ficción) le hace ver dónde está el error de su razonamiento: "Intentaste resolver un problema que involucra el comportamiento humano... De acuerdo, Charlie, eres un matemático. Estás siempre buscando la solución elegante. El comportamiento humano casi nunca es elegante. El universo está lleno de giros extraños. Quizá necesites hacer tu ecuación menos elegante, más complicada; menos precisa, más descriptiva. No va a ser bonito, pero podría funcionar un poco mejor".

Si los matemáticos se dedican ahora a resolver crímenes, ¿veremos pronto a policías y agentes del FBI investigando los grandes enigmas del Universo? ¿Para cuándo un selecto grupo de detectives tras la pista de la conjetura de Goldbach o en busca del último número primo de Mersene?

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