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Garrote vil para Ràdio 4

La Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) ha ordenado el cierre de Ràdio 4, emisora en catalán de la red de Radio Nacional de España. La desproporción existente entre el gasto que ocasiona y sus presuntos 8.500 oyentes da a entender que el producto no es rentable. Guiado por la praxis económica, el presidente del organismo estatal, Enrique Martínez Robles, escoge la primera regla que figura en el catón empresarial: suprimir todo producto cuyo saldo ocasione pérdidas al balance anual. Capitalismo puro y duro a imagen y semejanza del que practican no pocos gobiernos de la derecha rampante. Y no ha de ser así, toda vez que es un gestor que debería aplicar conceptos de doctrina socialista. En primer lugar, entender el concepto de cuantificación de las audiencias de la radio pública versus la radio privada. En segundo lugar, valorar la competitividad del mercado en función del producto radiofónico final. En tercer lugar, defender los argumentos históricos de una lengua y una cultura. En cuarto lugar, no menguar el gasto anual iniciando el recorte por el producto más débil y barato: el costo anual de Ràdio 4 representa el 0,2% del presupuesto de RTVE. Por cierto, en este porcentaje se incluyen las cuentas conjuntas de todo el entramado mediático de RNE Catalunya; o sea, salarios, producción, mantenimiento, etcétera, de más de 150 personas: unos siete millones de euros por año. Ellos y ellas producen información y programas completos o parciales para Radio 1, Radio Clásica, Radio 3, Radio 5 y Radio Exterior de España, desde sus centros de trabajo en Barcelona, Lleida, Girona y Tarragona. Pero, cuidado, no todos los profesionales que escuchamos en catalán se limitan a ejercer su función en Ràdio 4. Una mayor parte también doblan contenidos en castellano para el resto de las emisoras. Así las cosas, ¿qué porcentaje del horario, de la labor, cargamos a la cuenta de una u otra emisora? Un ejemplo en primera persona de uno de los periodistas abajo firmantes: "Recuerdo que aquel día la jornada laboral empezó a las cinco de la madrugada. A las seis en punto abro el programa matinal de Ràdio 4, hasta las nueve. A las once me desplazo con la unidad móvil a la sede de La Caixa a cubrir el cambio de presidente: Josep Vilarasau sustituye a Juan Antonio Samaranch. Desglose del trabajo: boletín de la 1 en castellano para Radio 1; en catalán (grabado unos minutos antes) para Ràdio 4; a las 13.30 en directo para el informativo local que emiten en catalán conjuntamente Radio 1, Ràdio 4 y Radio 5. Pasadas las dos, directo en castellano para Radio 1.Yo me pregunto y le pregunto: señor contable de la SEPI, ¿con cargo a qué emisora debería imputarse mi sueldo de la jornada? Muy fácil, en la nómina mensual el pagador único es RNE".

Llegados a este punto, es irreal el costo de Ràdio 4, ya que nadie le resta la parte proporcional de otras fidelidades igualmente dignas del trabajo periodístico diario de la casa. Dicho de otra manera: Ràdio 4 ha sido y sigue siendo hoy en día la Cenicienta. Son contados los casos en que se doblan los equipos que salen al exterior. Por todo lo expuesto, es evidente que falta un especialista de control de costes que organice hojas de fabricación que clarifiquen las partes de un todo de la abundante producción diaria. La solución -quizá pueril a estas alturas del guión- es baladí. De llegar, llegaría tarde: con el verdugo afilando la hoja.

- Los cuatro cierres anteriores. Ràdio 4 nació al unísono que el grito de la sociedad civil catalana: llibertat, amnistia i estatut d'autonomia! ¿Recuerdan? Parece que fue ayer y han pasado 30 años. O de aquella Libertad sin ira, del grupo Jarcha. La primera en catalán anduvo al unísono con la palabra y los hechos que nuestras gentes reclamaban. No sin traumas ni torpezas, invitamos a la necesaria participación de nuestro pueblo. Votamos y luchamos con los partidos incipientes y la democracia primeriza. En medio de aquel crecimiento paulatino, el poder de decisión sobre el futuro de Ràdio 4 estaba en Prado del Rey y, como es bien sabido, "la burocracia de Madrid, señor, nunca tiene prisa". Las prisas, por ejemplo, por hacer llegar la señal a los cuatro puntos cardinales del principado. Pero los jefes de las instalaciones de alta frecuencia tenían otras prioridades: primero TVE, después Radio 1 y así hasta llegar a Ràdio 4, que se mantuvo con un exiguo kilovatio de potencia durante seis años. Incompetencia técnica y miseria humana: existe el testimonio escrito de un ex director al que se le exigió que la emisora se transformase en bilingüe. Y otro director de informativos negó corresponsales en catalán y obligó a aceptar crónicas en castellano de los propios de la red de Radio 1.

Todo lo hasta aquí escrito, y mucho más, figura relatado en un libro sobre los primeros 25 años de Ràdio 4, editado por el Colegio de Periodistas de Cataluña; en él se demuestra hasta la saciedad que cerrar Ràdio 4 no es de hoy, ya se planteó en los años 1983, 1991, 1996 y 1999. Resulta chocante constatar que tanto bajo las legislaturas del PSOE como las del PP se ha querido cercenar la vida de esta emisora pionera en catalán. Como ejecutores interesados, hay que colocar en primera fila del reparto al PSC (al no entenderse con sus correligionarios, los dirigentes del PSOE, optaron por crear COM Ràdio); a CiU, que en 1983 no quiso, no logró o no supo negociar su traspaso. Y la funesta dirección de los ocho años recientes del PP. Llegados a este sexto año del nuevo siglo, Ràdio 4 ya no sirve -políticamente, se entiende- y se busca la excusa de su coste cuando todos sabemos que es un pez pequeñín en el déficit de 7.600 millones de euros del gran monstruo de RTVE. La preocupación del comité de empresa no es de hoy, ya con motivo del vigésimo aniversario se publicó un artículo cuyo titular ha sido profético: Ràdio 4: crónica de una muerte anunciada.

Pere Font, Montserrat Minobis, Enric Frigola y Estanis Alcover son periodistas y ex redactores de Ràdio 4.

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