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Reportaje:

Un salto musical sin red

Javier Ojeda prepara su primer disco en solitario tras 25 años de giras con Danza Invisible

Javier Martín-Arroyo

"Ando medio loco desde que empecé en octubre, a grabar a salto de mata". Javier Ojeda se ha decidido después de casi 25 años al frente del grupo Danza Invisible, a lanzar un disco en solitario. En mayo brotarán sus nuevas canciones, y el artista respira ilusión renovada. "Con un punto elegante, menos pop, más de medios tiempos", define atropellado su nuevo repertorio.

"El contraste es que Danza Invisible suena más fresco, con mucha solera, muy apretao", dice mientras gesticula con las manos y toca una guitarra fantasma. Hace cinco años formó El Tercer Mundo como proyecto paralelo para sus actuaciones, pero hasta el pasado otoño no se decidió a convertir sus propias melodías en plástico. "En 2000 toda la familia se revolucionó. Decían mira Javi, toca en un teatro ¡él solo!. Igual ahora pasa lo mismo", dice entre risas.

A Javier Ojeda (Málaga, 1964) le asoman las arrugas, pero parecen herencia de no haber perdido la sonrisa traviesa. Le gustan los contrastes estéticos. Viste elegante chaqueta negra y zapatillas deportivas, estilosa camisa negra y provocativo pantalón a cuadros en blanco y negro.

El nuevo disco lo ha producido él mismo junto al productor de ritmos house, Nacho Serrano. Detrás del pentagrama están instrumentistas de gran calidad, pero también hay abundante golpe de ratón y trabajo digital. "Creo que será el disco español que bata el récord de colaboraciones", apunta.

Además de sus músicos habituales como Coki Jiménez y Roberto Cantero, colaboran otros como Susana Alva, del grupo también malagueño Efecto Mariposa y Guillermo Martín, instrumentista de Andrés Calamaro. Otros músicos amigos de Bilbao y Zaragoza, ciudades donde Javier Ojeda acude a menudo, se apuntaron de manera espontánea. "Que nadie piense que Danza se acaba. Existe el mejor rollo del mundo y lo último que hay es una ruptura", aclara para tranquilizar a sus fieles.

El cantante ha compuesto melodías junto a sus músicos, pero las letras son de El Señor Gris, un genuino cantautor de la Costa del Sol. "Para componer me autodisciplino para no tender al vagueo. Como decía Picasso, la inspiración viene trabajando, de eso no hay duda", constata.

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A estas alturas, en que para el público piratear un disco es tan habitual como acudir al quiosco a por el diario, las esperanzas de un músico no se traducen en ventas, y por eso Javier Ojeda no le da importancia a las que pueda tener su disco. "Hoy ya no vende nadie, y sólo aspiras a sonar un poco en la radio. Mejor proyectas tener una buena gira con un sólido directo. Ahora mi única sensación de incertidumbre es poder compaginar la gira de Danza y el nuevo disco para no perjudicar a mis amigos", cuenta.

La piratería es tema recurrente para cualquier grupo al margen de los superventas. "Creo que los españoles somos capullos. El rollo pirata está metido en la sangre española. Preferimos bajarnos gratis las canciones y gastarnos la pasta en arreglar los virus que luego sufre el ordenador", critica.

De su discoteca, de más de cuatro mil álbumes, adquirida por Internet pero tarjeta en mano, en la que convive el flamenco con la música árabe y africana, rescata a menudo clásicos del soul como Marvin Gay y Curtis Manfield.

Vista atrás

Ojeda reside con su familia en Churriana, a las afueras de Málaga, donde el ladrillo avanza sin freno y en unas décadas el litoral se convertirá en una sola calle. "Es un desastre urbanístico y ecológico. Pero por lo demás, aquí se sigue viviendo de puta madre. Aún ves gente en la calle parada, charlando, sin hacer nada en especial", comenta con un punto de orgullo.

Danza Invisible es de los pocos grupos que despuntaron en la movida y que aún sobreviven. Sin grandes lujos, ensayan en el mismo local en Torremolinos de antaño. "Sólo desde hace un año he echado la vista atrás. Modestia aparte, creo que hemos estado infravalorados, y casi nadie se acuerda de nosotros. Al estar siempre ahí parece que merecemos menos atención", comenta.

"Me daba pudor usar mi nombre, pero también tenía pavor a sonar pretencioso con un nombre artístico. A estas alturas, y para todos soy Javier Ojeda, el de Danza...", resume.

El jueves, en 'Teleco'

Javier Ojeda insiste en que quiere llevar su nuevo proyecto en paralelo a su grupo de siempre. Que Danza Invisible sigue en forma se podrá comprobar este mismo jueves. Ese día, el grupo malagueño tocará en el Salón de Grado que comparten las Escuelas Técnicas Superiores de las Ingenierías de Telecomunicación e Informática, en el Campus de Teatinos de la Universidad de Málaga.

La actuación de Danza Invisible será el colofón musical a un debate organizado por El PAÍS en el que cinco jóvenes pero ya reputados investigadores que desarrollan su trabajo en Andalucía y en países como Estados Unidos o Inglaterra hablarán de su experiencia profesional ante los estudiantes universitarios. El acto dará comienzo a las 19.00 y la entrada será gratuita para los estudiantes hasta que se complete el aforo del salón.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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