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Nadie lo quiere

El tranvía es el premio de consolación poco querido. Bien está, pero los hay mejores. El secretario de Movilidad, Manel Nadal, ya se quejó de que este medio no tiene "padres". Nadie lo defiende. El Baix Llobregat, y sobre todo Sant Just, querían metro. El Gobierno de CiU descubrió las ventajas del tranvía: era más barato y, sobre todo, se podía aplazar el pago durante décadas. Para unas arcas donde no había ni telerañas, los plazos resultaban una bendición. Se adjudicó en 230 millones de euros a 50 años. Pero empezaron los cambios de trazado, casi siempre a iniciativa municipal, cambios asociados a mejoras urbanísticas a cuenta del tranvía. A su factura se han cargado hasta palmeras. Los 230 millones se deberían haber quedado en 220 porque hubo un ahorró de 4,8 millones en expropiaciones y de 5,9 millones más porque no llega a Sant Feliu. Al final han sido, sin embargo, 261 millones: 30 más, o 40, según se cuente. CiU criticó ayer el incremento, la mitad del cual fue decidida durante su mandato. Joaquim Nadal justificó el gasto porque "mejora la movilidad".

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