_
_
_
_
_
Crítica:ÓPERA | 'Wozzeck'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

En las entrañas del mal

Calixto Bieito sabía que, tarde o temprano, acabaría llevando a escena Wozzeck. No es ópera para complacer a todo tipo de públicos. Tampoco es ópera a la que haga falta añadir más angustia, violencia y miserias de las que exige el guión. Bieito lo hace cargando las tintas en una versión escénica futurista y de tintes ecológicos que incluye autopsias, necrofilia y desnudos. Multiplica así, de forma gratuita, la dureza, la violencia y la desesperanza que laten en la genial obra creada por Alban Berg a partir del revolucionario texto de Georg Büchner. El nuevo montaje se estrenó el pasado viernes en el Liceo de Barcelona, en una velada tensa que acabó entre aplausos y abucheos. El público premió calurosamente la excelente versión musical dirigida por Sebastian Weigle y el notable reparto encabezado por el barítono-bajo Franz Hawlata y la soprano Angela Denocke y abucheó sonoramente a Bieito y su equipo escénico.

Wozzeck

De Alban Berg. Libreto del propio compositor basado en el drama de Georg Büchner. Intérpretes: Franz Hawlata, Angela Denoke, Hubert Delamboye, Reiner Goldberg, Johann Tilli, David Kuebler, Jochem Schmeckenbecher, Kurt Gysen, Vivian Tierney, Steven Cole. Coro Vivaldi. Coro y Orquesta del Liceo. Director musical: Sebastian Weigle. Director de escena: Calixto Bieito. Escenografía: Alfons Flores. Vestuario: Mercè Paloma. Iluminación: Xavi Clot. Dramaturgia: Xavier Zuber. Coproducción del Teatro del Liceo y el Teatro Real de Madrid. Teatro del Liceo. Barcelona, 30 de diciembre.

La espectacular escenografía de Alfons Flores es una alambicada red de tuberías de una refinería de petróleo, donde Bieito muestra las tripas de una industria en cuyo estómago habita una sociedad enferma, contaminada y sin esperanza. La huella del filme de Fritz Lang Metrópolis como fuente inspiradora es evidente. El montaje plasma una sobrecogedora mirada al futuro que nos acecha, a la maldad inminente que late en una sociedad enferma que conduce al ser humano a su destrucción. Hay espléndidas ideas teatrales pero el resultado es irregular. Bieito se empeña en decir demasiadas cosas a la vez -imágenes del chapapote, peligros tóxicos, clonación, autopsias a granel-, se pone muy pesado y distrae inútilmente al espectador con trillados recursos teatrales, entre ellos, el pelotón de 17 figurantes desnudos que hace desfilar al final de la ópera. No hacía falta, y menos como preludio a una desoladora imagen final de soledad que cierra el montaje, con el hijo de Marie, enfermo, con máscara de oxígeno, jugando en su caballito de madera. Sólo se percibió irritación en el ambiente por la escena de morbosa pasión necrófila del Doctor, que lame libidinosamente el cadáver de una mujer, y por reiteradas imágenes de autopsias que asquearon a buena parte del público.

La ópera de Berg es el primer trabajo conjunto de Bieito y Sebastian Weigle y el resultado ha sido satisfactorio. Al director musical del Liceo le gusta el trabajo serio y concienzudo. A Bieito, también. No hay cabos sueltos en una lectura musical precisa, limpia y directa, intensa y descarnada en lo expresivo, de colores sombríos aunque algo tímida en los contrastes. En algunas escenas faltó la violencia exasperada que Bieito plasmaba en escena, pero Weigle aseguró el equilibrio estructural y dinámico, fundamental en una partitura que funciona como es una gran estructura sinfónica. Tras un primer acto irregular, la Orquesta del Liceo ganó aplomo y precisión hasta alcanzar un rendimiento satisfactorio en una obra cargada de tensión.

Muy sólido reparto encabezado por el barítono-bajo Franz Hawlata -un Wozzeck de dimensión trágica, vigorosa vocalidad y adecuada construcción dramática- y la soprano Angela Denocke, una Marie de acentos demasiados líricos, idóneo a la hora de plasmar el lado dulce y tierno del personaje, pero algo cortos para reflejar el odio y la amargura que oprimen su existencia. Lo mejor de Bieito está en la expresividad teatral que obtiene de los cantantes y en este montaje hay jugosas caracterizaciones: histriónicos y con suficiente relieve Hubert Delamboye (Capitán) y Reiner Goldberg (Tambor mayor), aunque algo estridentes. Certero Johann Tilli en la caracterización del Doctor, movido por Bieito con morbosa deleitación en su pasión necrófila. Espléndida voz la de Jochen Schmeckenbecher (Segundo aprendiz) y buenas actuaciones de David Kuebler (Andrés) y Vivian Tierney (Margret). Schmeckenbecher y Tierney asumen los papeles de Wozzeck y Marie en el segundo reparto. Muy buena respuesta del coro del Liceo y las voces del Coro Vivaldi.

El bajo Johann Tilli, como Doctor, en una escena de la ópera <i>Wozzeck</i> en la versión de Calixto Bieito.
El bajo Johann Tilli, como Doctor, en una escena de la ópera Wozzeck en la versión de Calixto Bieito.ANTONI BOFILL
Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_