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Vincent Lannoo reflexiona sobre la violencia con un inquietante filme

El director belga presenta 'Ordinary man' en la Semana de Terror

¿Dónde se oculta el monstruo que llevamos dentro? El director belga Vincent Lannoo pretende que el espectador se haga esta pregunta al ver Ordinary man, un inquietante largometraje en el que plasma la fina línea que puede separar a un aparente buen hombre de la violencia, el asesinato y el secuestro. La película se proyecta esta tarde en la sección oficial de la Semana de Cine de Terror de San Sebastián.

George, el protagonista del filme, es un buen hombre, un buen marido, un padre ejemplar y un respetado vendedor. Sin embargo, una noche pierde el control y mata a un hombre en una solitaria carretera. Aterrado por su propia violencia, se queda bloqueado ante la novia de la víctima, sin poder matarla ni dejarle marchar, por lo que decide encerrarla en el maletero y llevársela.

Carlo Ferrante es el actor que da vida a George. Ordinary man "quiere mostrar al público la dualidad del ser humano", el hecho de que todos los ciudadanos tienen "dentro una parte violenta y que se trata de buscar un cierto equilibrio", subrayó ayer durante la presentación del filme, a la que Lannoo no pudo acudir. Le acompañaba Vera Van Dooren, su esposa tanto en el filme como en la vida real. La hija de ambos es, a su vez, su hija en la ficción.

¿Y cómo afrontó su papel? Ferrante proviene del mundo del teatro y está "acostumbrado a trabajar con máscaras". A la hora de meterse en la piel de George se aferró a distintos elementos, como las gafas, el bigote o la ropa con la que aparece caracterizado, para "entroncar con el personaje, pero, a la vez, para distanciarse de él". Logró así que el papel no le planteara "problemas en su vida diaria".

Tanto Ferrante como Van Dooren admitieron que la película, cuyo estreno está previsto para dentro de un mes en Bélgica, puede generar controversia en el país, todavía "marcado y traumatizado" por casos tan espeluznantes como el de Marc Dutroux, el hombre enjuiciado por el secuestro, tortura y violación de seis menores y el asesinato de cuatro de ellas.

En este sentido, el actor cree que la película puede suponer una especie de "catarsis", porque "todos esos sentimientos tenían que salir". De hecho, según apuntó, en el último año se han rodado tres películas en Bélgica que abordan secuestros. "Si esta película logra abrir el debate sobre el tema de la violencia, está bien", añadió Van Dooren, que se estrena con este filme de bajo presupuesto en el cine.

Este bajo presupuesto -la televisión belga, por ejemplo, no quiso participar en su financiación- exime a la película, que en parte tiene un final feliz, de la necesidad de ser "políticamente correcta", según apostilló Ferrante.

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