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EL DEBATE TERRITORIAL

La extraña lógica de Ibarretxe

Destaca el autor la contradicción que supone afirmar que el Parlamento vasco no puede imponer su decisión al Parlamento español y, al mismo tiempo, negar la capacidad de éste para alterar una sola coma de lo aprobado en el País Vasco.

El lehendakari Ibarretxe no desaprovecha ocasión para sorprender al país con una lógica creativa que llega a abolir ese famoso principio de contradicción que nos enseñaban en clase de Filosofía, allá en nuestro lejano bachillerato. Me refiero al principio ese que venía a dejar sentado que "lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible", según el dicho del castizo. Pero ahora, de acuerdo con las corrientes doctrinales de Ajuria Enea, todo, lo blanco y lo negro, puede ser posible al mismo tiempo y en las mismas circunstancias.

Porque ahora todo está permitido. Reclamar la libertad del pueblo vasco y afirmar también, como hizo nuestro presidente en Colombia, que el pueblo vasco ha sido libre desde siempre. Y es posible también que un castellanoparlante de origen que aprendió euskera en la cuarentena para ser lehendakari sostenga con absoluta seriedad que el euskera es la lengua materna de los vascos. Como lo es que quien pretende supuestamente mantener unas "relaciones amables con España", afirme que los Estados son "una rémora" para el desarrollo de los pueblos.

Ibarretxe no sabe qué ocurrirá dentro de 2.000 años con España o Francia, pero es capaz de asegurar que el pueblo vasco seguirá en su sitio

Más recientemente, el proyecto de Estatuto de Cataluña ha puesto a prueba la capacidad del lehendakari de sostener una cosa y la contraria, ¡y en las mismas declaraciones de prensa! "Lo que no podemos", decía el señor Ibarretxe a la SER hace unos días, "es decidir unos sobre otros; el Parlamento vasco o el catalán no podemos imponer nuestra decisión al Parlamento español, igual que el Parlamento español no puede imponer sus tesis al Parlamento vasco o al catalán". ¿Quiere eso decir que, al menos algo, si no todo, tendrá que decidir el Congreso de los Diputados? ¿Qué algo habrá que debatir, enmendar y pactar en el Congreso de los Diputados para que decidamos conjuntamente?

De eso nada, porque, en la misma entrevista radiofónica, el lehendakari deja lapidariamente claro que "el futuro de Cataluña y Euskadi no se puede decidir en Madrid", porque se le hace "muy difícil que sea el Parlamento español quien decida cómo van a vivir Cataluña y Euskadi". Con lo cual, se llega a lo que, desde el inicio, se quería demostrar y dejó claro en su día la portavoz del Gobierno: que del proyecto de nuevo Estatuto para Cataluña no se puede mover ni una sola coma, por lo que al Congreso de los Diputados únicamente se le permite decir una sola palabra: Amén. Dicho de otro modo: el Parlamento de Cataluña no puede imponer sus tesis al Congreso de los Diputados. ¿Y eso en qué se concreta? En que el Congreso de los Diputados tiene la obligación de aprobar todo lo que viene del Parlamento de Cataluña. ¿A que es grandioso?

Y podríamos seguir y seguir con ejemplos de esta lógica peculiar de quien rige los destinos de los vascos y las vascas, porque su capacidad de innovación no conoce límites o, al menos, no ha encontrado aún límites conocidos. Aunque, todo hay que decirlo, no se trata de un mérito estrictamente personal. No olvidemos que el lehendakari pertenece aun partido que sostiene, o al menos ha sostenido, en sus ponencias, que el Pueblo Vasco ha estado presente en Europa "desde antes de entrar en los tiempos de la Historia conocida". Una afirmación realmente sorprendente, al sustituir la investigación histórica por la fe, pero que todavía se puede redondear y perfeccionar con otra constatación hecha en sus documentos internos por el partido de Ibarretxe: la que asegura que, "a juzgar por los datos existentes, desde antes de los tiempos históricos, los vascos han mantenido una identidad propia y diferenciada de los demás pueblos de Europa".

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Cómo es posible conocer lo que se desconoce históricamente y, aún más, cómo se come eso de que la Historia que se desconoce pueda ser conocida por "los datos existentes", son cuestiones que, por su complejidad, están atrayendo la atención de los estudiosos de todo el mundo, ávidos siempre de estar al tanto de las últimas novedades del pensamiento y la ciencia que, desde Euskadi, bombeamos tan generosamente al ancho mundo. Había, pues, una base intelectual para que la mente más preclara del nacionalismo teorizara como lo hace, armonizando los contrarios en un mismo discurso acerca de la libre decisión de un pueblo milenario, libre por naturaleza, como es Euskal Herria.

De ahí la clarividencia con la que el lehendakari Ibarretxe descifra el futuro de los vascos (y vascas). Él no sabe qué ocurrirá dentro de 2.000 años con España, Francia o cualquier otro de los países conocidos, pero es capaz de asegurarnos que para entonces el pueblo vasco seguirá en su sitio, en pie y, al parecer, dando guerra. Normal. Quien puede lo más, puede lo menos. Si ya el PNV, en elaboración colectiva, ha sido capaz de ver sin pruebas el pasado más remoto de nuestro pueblo, ¿qué de extraño tiene que su militante más ilustre se dedique a ejercer el don de la profecía y a pronosticarnos un futuro para al menos un par de milenios más?

Todo es cuestión de seguir el carril abierto cuando el nacionalismo inventó el "ámbito vasco de decisión", que a su vez puso en marcha un verdadero ámbito vasco de argumentación.

Javier Arteta es periodista.

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