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Necrológica:NECROLÓGICAS
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Hans-Joachim Koellreuter, compositor y pedagogo

El popular músico brasileño Antonio Carlos Jobim, uno de los impulsores de la bossa nova, tenía 13 años cuando Koellreuter se presentó en casa de sus padres para darle clases de piano. Era el año 1941. Hans-Joachim Koellreuter, alumno de Paul Hindemith y Hermann Scherchen, había llegado a Río de Janeiro en 1937. Huía del nazismo. El alemán, nacido en Freiburg im Breisgrau el 2 de septiembre de 1915, fue el introductor del dodecafonismo en Brasil: fundó el Grupo Música Viva, con el que no sólo trataba de difundir a los compositores de la Escuela de Viena, sino también obras de Stravinski, Bartok o Hindemith.

Imaginaba la música de nuestro tiempo como factor de cambio social y no como mero artificio hedonista. Y se enfrentó a prejuicios, provincianismos y sectarismos en la música contemporánea brasileña. Con sus propias palabras definía así su situación de músico innovador: "Cuando presentas algo nuevo, tienes que tener valor porque, si no lo tienes, te van a destrozar".

En la década de los cincuenta creó la Escola de Música da Bahia. Allí entraría en contacto con la música contemporánea el hoy ministro de Cultura de Brasil. "Hans-Joachim Koellreuter construyó un espacio para una música de un extraordinario eclecticismo", ha declarado el original político y músico Gilberto Gil tras recibir la noticia del fallecimiento del gran músico alemán.

Koellreuter ganó sus primeros dineros tocando el saxo en locales nocturnos del barrio carioca de Lapa, y luego como flautista de la Orquesta Sinfônica Brasileira. Trabajó como profesor en el Conservatorio de Río de Janeiro, en la Proarte de São Paulo y también en la Escuela de Música de la Universidad Federal de Bahía.

Hans-Joachim Koellreuter atrajo a muchos músicos con un innovador método de enseñanza basado en la libertad de expresión, el desarrollo de la personalidad y el conocimiento de todas las técnicas de composición. Solía decir a sus alumnos que el compositor sólo tiene un segundo de libertad: cuando coloca la primera nota de la partitura, la segunda ya no es libre. Entre sus discípulos se cuentan Cláudio Santoro, Guerra-Peixe, Edino Krieger, Eunice Catunda, Esther Scliar, Damiano Cozzella, Júlio Medaglia o Isaac Karabitchevsky. Y nombres de la música popular como Tom Ze, Moacir Santos, Severino Araújo...

Pasó cinco años en India y seis en Japón, trabajando para el Instituto Goethe. Unas vivencias que cambiaron su visión del arte. Regresó a Brasil en 1975. Koellreuter, que aseguraba aprender con cada alumno lo que había que enseñar, resumió su filosofía educativa en tres puntos: "No hay valores absolutos; nada está equivocado en arte, lo importante es inventar lo nuevo; no creas en nada de lo que te diga el profesor, nada de lo que leas y nada de lo que pienses, pregunta siempre por qué".

En una de sus últimas entrevistas, antes de que su salud empeorase por el Alzheimer, seguía defendiendo el papel del compositor como experimentador: "Para mí, es contribuir a concienciar de las grandes ideas de nuestro siglo. Por ejemplo, el concepto de tiempo que no es el del reloj, sino una forma de percepción relativa". Murió la noche del martes 13 en el hospital Santa Isabel de São Paulo. Tenía 90 años. Su familia está organizando la Fundación Koellreuter, a la que irán a parar sus obras inéditas, textos, documentos e instrumentos.-

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