_
_
_
_
_
Entrevista:EMERGENTES Y DIVERGENTES | Paco de La Zaranda / Director y actor teatral

"El teatro es una lavadora espiritual "

Tarde de sauna en un café madrileño. Paco de La Zaranda suda la gota gorda y pide cerveza.

Pregunta. La Zaranda trabaja en los mejores teatros del mundo y no en los de España. ¿Complot?

Respuesta. Algo de eso hay... En algunos sitios nos reciben con todos los honores, sobre todo en otras latitudes, y en otros no. Pero no me hagáis hablar de eso...

P. ¿Ha perdido la esperanza?

R. ¡Nooo! El teatro es un acto de fe, la fe mueve montañas, el teatro puede mover montañas.

P. ¿Pero no decían que su arte se moría?

R. ¡El teatro no se puede morir porque no lo ha inventado el hombre! Ha nacido del alma, y lo que nace del alma no muere...

P. ¿Y si palma el hombre?

R. El hombre renace cada primavera... Uno aspira a hablar con Dios cada primavera, en cada espectáculo. A descifrar el misterio...

P. ¿Por eso hace teatro?

R. Yo no lo elegí, el teatro me eligió a mí. Yo estaba tan tranquilo jugando y me di cuenta de que era teatro. Lo dijo la gente. Seguí por ahí, y entonces supe que no era broma... ¡Era el juego de la vida! ¡Un juego sagrado!

P. ¿Tanto?

R. No sé cómo decirlo: mi alma me habla y yo hablo con ella y nace el misterio. Yo no entiendo de actores, ni de directores, sólo de lo que me produce un pellizquito en el estómago. ¡Yo no sé explicarlo!

P. Parece que está hablando de flamenco o de toreo... ¿Su teatro es andaluz de raíz?

R. ¡El teatro no admite adjetivos! ¡Ni andaluz ni catalán ni griego ni carajo! ¡Teatro y punto! ¿Raíces? Depende de lo que entendamos. Quizá mis raíces empezaron a penetrar allí abajo y luego tomaron cuerpo en América, como los cantes de ida y vuelta...

P. ¿No ve?

R. ¡Ya me gustaría a mí que mi teatro tuviera la fuerza de una siguiriya de Manuel Torre! Pero decir eso es una osadía terrible. Si no percibes los sonidos negros del flamenco en ese espacio negro, en ese lienzo negro que es el teatro... Se trata de ver esa pequeña lucecita que me ahoga, a descubrir los misterios de la vida al tiempo que el público los descubre...

P. ¿Un acto íntimo?

P. ¡Íntimo siempre! Crear no es construir un espectáculo, sino hablar con el alma y escuchar lo que dice. Como ir a ver los cuadros de Velázquez, Ribera, El Greco, Goya... O mejor: ¡Como ir a dejar que los cuadros te miren a ti! Yo vivo aquí para estar cerca de El Prado, espacio sagrado que resuelve cualquier duda y me interroga y me pone en el precipicio del arte... ¡No sé nada...! Como dijo Rafael de Paula, "yo toreo lo que soy".

P. ¿Y los otros dan igual?

R. Hay que ser fiel a la gente que cree en lo que haces, si no eres un mamarracho.

P. Y hacerlo con naturalidad.

R. Supongo que sí. Ahora hay muchas escuelas y los chiquillos salen perfectamente preparaos. ¿Se dice así, preparaos? Cuando yo empecé no había escuelas. Hay que reivindicar el analfabetismo teatral, todo lo demás es una pérdida de la verdad. El teatro no es una ciencia.

P. Pero tiene sus maestros.

R. En el arte son importantes los maestros, no las escuelas, y a veces los maestros pueden estar fuera del teatro. Aunque también he visto maestros dentro. Uno aprende de lo que lee, de lo que ve, de lo que vive. Lo que pones en escena es un trozo de esa realidad y todos somos pecadores. ¿Una cervecita? ¡Camarero!

P. ¿Pecadores y santos?

R. Me interesan los santos, los niños, los poetas. El teatro lava el egoísmo que todos tenemos dentro, es una lavadora espiritual, ése es su cometido. Antes que un acto de fe, es un acto de amor. El teatro es lo único que no me ha defraudado en la vida, lo demás es "en función de...".

P. Por lo que viene diciendo, el hombre debería más bien desaprender que aprender...

R. El hombre ha perdido algo y lo está buscando y no sabe lo que es. El arte es una manifestación de ese algo que ha perdido, por eso se queda uno impactado ante un cuadro o una catedral, porque ahí hay un trocito de lo que hemos perdido... No me gusta el teatro, lo dije ya y algunos se lo tomaron mal. Pero yo respeto mucho a los cómicos, y a los demás. Si digo eso es porque el teatro le hace daño al teatro. El teatro tiene que dejarme ver quién fui. Si es un juego sagrado, no puede echarse por delante el actor, el director o el autor y estropear el juego. No les pertenece.

P. ¿Es del público?

R. El público es divino. ¡Esa cerveza, coño!

P. Si tuviera que elegir, ¿prefiere ser actor o director?

R. Nada. En escena quiero ser el personaje, y como director sólo quiero organizar el caos en un momento dado. Todo lo demás es querer figurar. Y eso es una locura, porque el teatro sólo sirve para comunicarse.

P. El 8 de septiembre estrena Homenaje a los malditos en el teatro Español de Madrid. ¿A qué malditos se refiere?

R. ¡Menuda pregunta! ¡No sé quién carajo son! ¡Tenía que haber puesto otro título! El hombre jamás ha estado tan frustrado como ahora, y eso me preocupa mucho. Todos tenemos algo maldito dentro, lo cual es bueno y necesario, quizá lo mejor de nosotros. Las utopías se fueron cumpliendo, ahora hay que escuchar a la voz callada del alma. Si apago o me apagan esa voz, se queda maldita. A mí siempre me ha gustado que hablen esas voces. La cotidianidad de la calle, mezclada con las leyes del arte, es por lo único que merece la pena subir al escenario.

P. ¿Qué leyes?

R. Las que te dicta el alma. ¿Y qué es el alma? ¿Ahora tengo yo que ser filósofo? ¡Yo que sé! El teatro que se puede explicar no es buen teatro.

P. ¿Valle y Shakespeare no se pueden explicar?

R. ¡Hombre, ésos son dos puntales enormes! Son tan grandes que yo no me los puedo explicar.Yo sólo puedo decir ¡qué grandes, qué fuertes, qué fuentes para beber, cómo me hacen crear! Es como la vida: tantos planetas, tantos otoños, tantas estrellas, tantas montañas... y al final, ¿quién se explica la muerte? Si el teatro no sirve para explicar que la vida empieza después de morir...

Paco de La Zaranda.
Paco de La Zaranda.RICARDO GUTIÉRREZ

Genial y alérgico a las subvenciones

Jerezano cincuentón del barrio de San Miguel, guitarrista aficionado, personaje de una simpatía arrolladora y amigo íntimo del poeta gaditano y exiliado Carlos Edmundo de Ory, Francisco Sánchez, más conocido como Paco de La Zaranda, es uno de los personajes cruciales del teatro español de los últimos 20 años: el mundillo se divide en zaranderos y no zaranderos. Sus montajes, celebrados fuera mucho más que aquí, siguen una pauta insobornable: emoción y libertad. Teatro sin teatro.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_