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Reportaje:

Los Escorpiones de la muerte

La CIA creó en 2002 una unidad paramilitar iraquí a la que se acusa de torturar hasta la muerte a un general de Sadam Husein

Antes del comienzo de la guerra de Irak, la CIA reclutó y entrenó a un grupo de paramilitares iraquíes para fomentar la rebelión, llevar a cabo sabotajes y ayudar a los miembros de las fuerzas especiales encargados de entrar en las ciudades iraquíes, informaron tres antiguos y actuales altos oficiales de inteligencia. La CIA gastó millones de dólares en este grupo, los Escorpiones, aunque la mayoría de sus misiones anteriores a la guerra no llegaron a realizarse. Tras la caída de Bagdad, la CIA utilizó a esta unidad para infiltrarse en la insurgencia, colaborar en interrogatorios y realizar "el trabajo sucio", en palabras de un agente.

En un caso, miembros de esta unidad, con el rostro cubierto y armados con porras y tuberías, golpearon hasta la muerte a un general iraquí, en presencia de agentes de la CIA y de personal militar, de acuerdo con documentos de una investigación oficial de estos hechos y según diferentes fuentes militares y de los servicios secretos, que hablaron con la condición del anonimato.

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Creados en marzo de 2002 por el presidente George W. Bush, los Escorpiones formaban parte de la política de "cambio de régimen" en Irak. Los miembros de la unidad, la mayoría de los cuales eran exiliados reclutados por los kurdos, fueron entrenados en campos secretos situados en Jordania, en el uso de explosivos, identificación de objetivos y manejo de armas. Fueron introducidos en Irak, sobre todo en ciudades como Bagdad, Faluya o Qaim, para dar la impresión de que se estaba produciendo una rebelión interna. Después del conflicto, la CIA, cuyos agentes se encuentran cada vez más confinados en la fortificada zona verde de Bagdad, comenzó a utilizarlos como traductores, pero también para tratar con informadores.

Conforme avanzaba el caos en Irak, el control de la CIA sobre estas unidades fue haciéndose más débil. "Aunque fueron una creación nuestra, no estaban siendo bien supervisados", dijo un agente. "En un momento dado, y no está claro cómo ocurrió, empezaron a ser utilizados en los interrogatorios porque hablaban el dialecto local", aseguró Curtis E. Ryan, un investigador del Ejército, ante un tribunal militar en Colorado donde cuatro soldados están siendo juzgados con relación a la muerte bajo tortura del general Abed Hamed Mowhush.

Este alto oficial del Ejército de Sadam Husein, de 56 años, murió durante una sesión de tortura el 26 de noviembre de 2003. Dos antes, había sido golpeado hasta quedar inconsciente. En la mañana del 26 fue introducido en un saco de dormir militar, atado con cables eléctricos, tirado en el suelo y golpeado hasta la muerte en la sala de interrogatorios número 6 en Qaim, una ciudad del oeste de Irak.

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Las circunstancias que llevaron a la muerte de Mowhush demuestran cómo la presión para conseguir información en la lucha contra el terrorismo y en la guerra de Irak llevaron a los militares a abusar de los detenidos, no sólo en Abu Ghraib, sino también en diferentes lugares de Irak, Afganistán y en la base de Guantánamo.

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