_
_
_
_
_
Reportaje:LEYENDAS | Verano 2005

Los cristales de Bayyana

El nombre de un torreón de la Alcazaba ha extendido la falsa creencia de que Almería se llamó alguna vez Espejo del Mar

Murgi, Bayyana, Al-Bahari o Al-Mariyyat han sido todos nombres de la ciudad de Almería en el pasado. Ninguno de ellos, sin embargo y en contra de la creencia popular, significa Espejo del Mar. El guía turístico Javier Giménez Lalanza, junto al resto de sus compañeros de profesión, se encarga, recorrido tras recorrido, de desmantelar esta falsa creencia al visitante. La ciudad, cuyo centro neurálgico, la Puerta de Purchena, debe su nombre a un mal traductor de los Reyes Católicos -porque se llamaba Puerta de Pechina- vive con total indiferencia la confusión histórica con este otro sobrenombre.

El primer responsable de este yerro histórico no es otro que el mismísimo deán de la catedral en 1699, Pascual de Orbaneja. A él se debe que la leyenda se extendiera por lo que escribió en la primera historia que se conoce sobre Almería y que describe la situación del siglo IX: "En la torre más alta de la entrada de La Alcazaba había un primitivo torreón, antes de que Almería estuviera incluso poblada. Desde allí se atalayaba la bahía y se divisaba de un extremo a otro de la costa. En la cima de aquel torreón los defensores del puerto y fondeadero instalaron un juego de espejos con los que comunicaban las novedades de asaltos o incidencias con aquellos otros puestos que farolaban la costa de Al-Andalus y protegían a sus habitantes de los ataques de los terribles normandos que asolaban por aquel entonces el mar de Alborán".

Jiménez Lalanza, cuando visita La Alcazaba, advierte a todo su grupo: "Pascual de Orbaneja se inventó lo de la torre porque nunca hubo una torre. Se lo inventa para justificar el nombre de Torre de los Espejos. Pero nunca pusieron ahí espejos. En otros lugares sí pero, en ese punto concreto, no hay constatación. La torre que hay ahora fue hecha posteriormente para controlar el acceso y lo que hubo antes de ella fue un promontorio romano. Los árabes sabían que si los romanos habían hecho un castillo en el lugar era porque había agua. Entonces Abd-al-Rahmán III mandó construir La Alcazaba. Pero la famosa Torre de los Espejos jamás se llamó así por los árabes y fue hecha con posterioridad a cuando dice Orbaneja".

Desde los relatos de Orbaneja o Rodrigo Méndez Silva, ambos en el siglo XVII, el mito no hizo otra cosa que engordar. Méndez Silva asegura en su Historia General de España que Almería significa Espejo del Mar. Pero no existe ninguna palabra en árabe que signifique Espejo del Mar. "Aquí ha pasado un poco como ocurre en Estados Unidos con el spanglish: palabras inglesas que se castellanizan. Pues bien, antiguamente ocurría algo parecido. Si tú le dices a un árabe la palabra Almeriyyat no la entiende", razona el guía.

En honor a esta leyenda el torreón de entrada a La Alcazaba sigue llevando el nombre de Torre de Los Espejos y, "por contagio", ha servido para identificar a la provincia de Almería como Espejo del Mar. Para el guía almeriense esta anécdota no desilusiona al turista sino que le aporta algo de romanticismo a un pasado imaginario: "No les decimos que es una invención sino que probablemente venga de una leyenda que corrobora su bahía por la quietud de sus aguas que guardó de tempestades a muchos buques de carga", remacha.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_