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Crítica:40º FESTIVAL DE JAZZ DE SAN SEBASTIÁN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La chispa llegó de Viena

En una jornada dedicada a las big bands de gran calado y con un fin de fiesta tan rotundo como Djavan, la chispa, esa que siempre se espera en un festival de esta magnitud, acabó llegando desde Viena con un cuarteto que se hace pasar por trío y utiliza la electrónica como base de una de las propuestas mas disparatadas que han pasado por el Jazzaladia donostiarra en mucho tiempo: Trio Exklusiv.

Todavía era de día cuando los cuatro vieneses ocuparon el inmenso escenario de la playa. A esa hora los últimos bañistas se mezclaban con los primeros curiosos que se desparramaban en grupos frente al escenario. Cuando comenzó a sonar una base electrónica y el batería inició en solitario el concierto, nadie parecía estar muy pendiente de la música, parecía más interesante ver cómo el sol se ponía por detrás de las torres de altavoces. A los pocos minutos, todas las miradas convergían en el escenario y la playa comenzó a llenarse de potenciales danzarines.

Trio Exklusiv será uno de los nombres a recordar de este certamen. Sobre el escenario son como un volcán en erupción del que cualquier cosa puede brotar con fuerza. Bases dance pregrabadas sobre las que evolucionan riffs obsesivos envueltos en una magnífica manipulación electrónica, solos tremendamente jazzísticos y alternancia casi brutal entre ritmos industriales, sofocantes, y un free controlado y bien dirigido. Los cuatro músicos brillaron alto y sus dos técnicos de sonido (parte esencial de la propuesta) también. Completando la oferta altamente festiva, una realización de vídeo un tanto naïve pero muy personal les cerraba las espaldas. Nadie se fijaba en el sol que acababa de ponerse en el horizonte en la playa de la Zurriola ya sólo se bailaba y con la sonrisa en los labios.

Al mismo tiempo (imposible ver los dos conciertos al completo ya que estaban programados a la misma hora) en la plaza de la Trinidad David Holland demostraba estar al frente de la mejor big band del momento, la más densa, la más sensata y la más creativa. Belleza pura, sobria, esculpida por la hábil mano del contrabajista británico y materializada por un grupo sin fisuras en el que destacó, una vez tras otra, el buen hacer del líder, así como el trombón de Robin Eubanks y los saxos de Antonio Hart y Mark Turner. Otra demostración, y ya llevamos varias en este festival, de que el jazz no está quieto como muchos parecen desear, sino que se mueve hacia adelante y con seguridad.

El público pedía un bis, pero parecía haber prisa por cambiar el escenario y el británico tuvo que conformase con saludar. Tras Dave Holland la Trini recibió a la Mingus Big Band que comparada con el baño de música anterior no pasó de banda de entretenimiento. Sue Mingus, la última esposa del gran Charles Mingus, está empeñada en mantener viva su memoria, pero sobre todo en sacar el máximo rendimiento económico al legado de su marido. La Mingus Big Band es el instrumento para conseguirlo y debe funcionar bastante bien para la viuda pero sus interpretaciones, banales y dispersas, nada tienen que ver con los trabajos de Mingus en vida o que han quedado felizmente grabados en disco. A la rigurosidad del maestro se impone aquí una superficialidad desconcertante, claro que como todos son buenos instrumentistas los tutti suenan potentes, pero poco más.

Justo antes del concierto de la Mingus Big Band el festival destapó en la plaza de la Trinidad una placa conmemorativa de las visitas del genial contrabajista a San Sebastián. La viuda tras dar las consiguientes gracias aprovechó la ocasión, micro en mano, para vender el último disco de la orquesta. El negocio es el negocio.

La jornada, que había comenzado en el Kursaal con un dúo de pianos bastante aburrido, más una contienda que un dúo (Kenny Barron y Mulgrew Miller), acabó a lo grande y otra vez fue la playa de la Zurriola el lugar escogido. Djavan desplegó allí toda su magia rítmica y unas 3.500 personas disfrutaron con su sabia mezcla de tradición brasileña, pop, soul y jazz. En la playa volvió a bailarse aunque esta vez con otra cadencia, más suave y acariciante. Djavan está en espléndida forma y los nuevos temas se mezclan con los antiguos con pasmosa naturalidad. Su propuesta es colorista, pero sin excesos, prima la música sobre cualquier exotismo y su voz sigue conservando todos esos recovecos que la hacen tan atractiva.

En la Zurriola se djavaneó a placer, un regalo para los trasnochadores.

Dave Holland, durante su actuación en San Sebastián.
Dave Holland, durante su actuación en San Sebastián.JESÚS URIARTE
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