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Reportaje:EL FUTURO DE IRAK / y 2

Unas elecciones bajo sospecha

Durante la elaboración de este reportaje, un aspecto que ha surgido una y otra vez es la tendencia creciente del Gobierno de Bush a recurrir a acciones clandestinas para alcanzar sus objetivos. De esa forma, la Administración pudo evitar los obstáculos que habían surgido en los debates sobre la manera de abordar las elecciones: luchas internas, dudas de los congresistas, quejas de personas ajenas. Los métodos y el alcance de la operación encubierta son difíciles de especificar. Los funcionarios y ex funcionarios del Ejército y de los servicios de inteligencia que han hablado sobre estos acontecimientos no han podido, o no han querido, suministrar detalles concretos sobre quién hizo qué el día de las elecciones. Dicen que han oído hablar de intimidación a los votantes, manipulación de urnas, sobornos y falsificación de resultados, pero que no es posible confirmar ni las circunstancias ni el grado de intervención de los estadounidenses.

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EE UU consideraba a los kurdos el único grupo capaz de frenar la gran victoria chií
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Y, como decía Larry Diamond, existe asimismo una firme posibilidad de que los propios iraquíes intentasen llevar a cabo un fraude electoral. Según el asesor del Gobierno vinculado a los jefes civiles del Pentágono, la Autoridad Provisional aceptó, en la práctica, el fraude por parte de los kurdos, a los que los estadounidenses consideraban "el único grupo capaz de detener la victoria avasalladora de los chiíes".

Según el alto funcionario de la ONU, "el objetivo de la Embajada de EE UU era garantizar la permanencia de Ayad Alaui como primer ministro, e intentó hacerlo manipulando el sistema". Pero dice que también el otro lado hizo trampas. "Los chiíes amañaron las elecciones en el sur tanto como lo que se hizo con Alaui". Semanas antes de las elecciones, Margaret McDonagh, consultora política cercana a Tony Blair, apareció al lado de Alaui en Bagdad e inmediatamente se vio involucrada en un aluvión de propaganda e inversiones de último minuto. Estos esfuerzos, junto al intento de Alaui de presentarse como un primer ministro enérgico, ayudaron a impulsar su figura. En un sondeo días antes de las elecciones se aproximaba al 9%. Otro funcionario de la ONU dice que, desde meses antes de las elecciones, advirtió a la Autoridad Provisional y a sus superiores de que la votación, tal como estaba proyectada, no podía satisfacer los requisitos de Naciones Unidas. La falta de seguridad hacía que los candidatos se negaran a hacer campaña abiertamente por miedo a los atentados.

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En la mayoría de los casos, los electores contaban con pocos elementos para tomar una decisión, aparte de los vínculos étnicos y religiosos. "Las elecciones no fueron verdaderas elecciones", dice el funcionario de la ONU, "sino un referéndum sobre la identidad étnica y religiosa. Para los kurdos, se votaba la autodeterminación; para los chiíes, una fétua de Sistani".

Algunos funcionarios estadounidenses que trabajaban en todo lo relacionado con Irak creyeron que, después de ser reelegido, Bush iba a aplazar las elecciones hasta que mejorara la seguridad. En un artículo en Time a finales de septiembre, Noah Feldman, asesor de la Autoridad Provisional sobre asuntos constitucionales, advirtió de que "sin la participación suní, los resultados electorales serían malos, peores que inútiles... Nadie espera la perfección, pero intentar apresurar el paso a la democracia aumentará las posibilidades de que nunca la alcancemos".

Feldman, que imparte clases en la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York, dice que la Administración rechazó sus consejos. "Los neoconservadores estaban convencidos y se obsesionaron con construir un Irak sin etnia ni religión. No se dieron cuenta de que el presidente se cree lo que le cuentan": que las elecciones iban a reducir las luchas partidarias.

La falta de seguridad, que ha restringido la capacidad de los periodistas para viajar por Irak, hizo que numerosas organizaciones internacionales que suelen vigilar elecciones no lo hicieran en esa ocasión. La UE no quiso enviar una delegación. Un experto electoral que estaba en Irak cuenta que, por lo que él sabe, el día de las elecciones sólo hubo en el país dos observadores internacionales, uno de ellos en la zona verde. La mayoría de los observadores eran iraquíes que se acababan de formar con las ONG estadounidenses.

El asesor del Gobierno dice que, aunque las ONG habían desplegado casi todos sus observadores en las áreas chiíes y kurdas, el fraude en favor de Alaui se produjo en las regiones suníes. Y añade: "Nunca hay suficientes observadores en ninguna elección, así que ¿cómo sacarles el máximo provecho? A base de no anunciar jamás dónde van a estar. Sin embargo, en Irak, personas que trabajaban en el interior dieron el chivatazo", dice hablando de los iraquíes y estadounidenses que colaboraron en la manipulación de las elecciones. "Sabían dónde iban y dónde no iban a estar los observadores".

Una de las zonas más vigiladas fue la de Mosul y sus alrededores, en la provincia de Nínive, una ciudad de gran mezcla étnica. El experto electoral dice que la situación allí era caótica. Las urnas de 450 colegios electorales se reunían en un centro regional que se había instalado en el último momento por motivos de seguridad. Se podía ver que muchas urnas estaban llenas de montones de papeletas "muy ordenadas" antes de ser selladas. Algunas urnas no eran más que cajas de cartón. El proceso estuvo salpicado de recuentos dudosos y anotaciones descuidadas. Fue "lamentable", asegura.

Una evaluación posterior realizada en Mosul y enviada a la Comisión Electoral Independiente de Irak (CEII) llegó a la conclusión de que el 40% de los votos en la zona de Mosul "no se podían asignar a ningún colegio concreto"; en otras palabras, que no era posible determinar de qué colegio procedían. El informe calculaba que, de los cientos de urnas existentes, el 10% habían sido manipuladas.

Dos funcionarios electorales estadounidenses que estaban en Irak admiten que hubo problemas, pero dicen que, por lo menos en las zonas en las que había observadores, éstos pudieron evitar que se contaran muchos votos discutidos. Un estadounidense que trabajaba como asesor de la CEII dice que sabe de 300 urnas sospechosas, procedentes de Mosul, que "quedaron excluidas, no se contaron". Ambos coinciden en que lo preocupante fueron las áreas a las que, por motivos de seguridad, no era posible enviar a muchos observadores, sobre todo en las regiones suníes. "Le puedo garantizar", dice Farid Ayar, portavoz de la CEII, "que ni EE UU ni ningún otro país extranjero intervinieron en nuestras elecciones, que fueron puras y honradas. No conozco ninguna alegación en ese sentido". Al preguntarle sobre el fraude que pudieron cometer los partidos nacionales, añade: "Eso no se puede comprobar. Tal vez en una aldea, en algún sitio, una persona dio a otra 50 dólares para que votara por un candidato. Ocurre en la mayoría de los países del Tercer Mundo. No se sabe, puede que sí, puede que no".

En retrospectiva, dice Les Campbell, del NDI, "estamos orgullosos de nuestra labor. Al final, las elecciones se gestionaron lo mejor posible, y los ciudadanos iraquíes se convencieron de que había un motivo para votar. Claro que hubo problemas, pero participar en el proceso es importante".

Los resultados definitivos se anunciaron 12 días después de las votaciones, e incluyeron varias sorpresas y anomalías. Los chiíes pro-iraníes obtuvieron peores resultados de los que se preveían, con el 48% del voto, mucho menos de los dos tercios de los escaños que necesitaban para formar Gobierno y, de esa manera, controlar la redacción de la Constitución. La lista de Alaui salió bien parada, al menos en comparación con lo que decían los sondeos, y obtuvo casi el 14%. Los kurdos consiguieron el 26% de los votos. Desde luego, les había beneficiado el hecho de que hubiera una participación amplia, coordinada y legítima. Sin embargo, los turcomanos y los árabes, los dos grupos minoritarios del Kurdistán, acusaron a la CEII de fraude y exigieron la celebración de nuevas elecciones.

Ghassan Atiyyah, un chií laico que colaboró con el proyecto de planificación de la posguerra elaborado por el Departamento de Estado antes de la invasión y hoy dirige la Fundación Iraquí para el Desarrollo y la Democracia, en Bagdad, cuenta que muchos de sus colegas y él mismo opinan que los resultados sorprendentemente buenos de Alaui "se debieron a la manipulación de las elecciones por parte de los estadounidenses. No cabe la menor duda. EE UU, de manera directa o indirecta, invirtió millones en Alaui". "Como iraquí que apoyó el uso de la fuerza para derrocar a Sadam", continúa Atiyyah, "puedo asegurar que, mientras no se respeten unas prácticas genuinamente democráticas, los estadounidenses no pueden hablar de democracia".

El día de las elecciones, se entregaron papeletas a los votantes para la Asamblea Nacional y para los consejos provinciales. En el caso de estos últimos, la lista de Alaui sólo se presentaba en ocho provincias, y recibió un total de 177.678 votos. En esas mismas provincias, la lista de Alaui para la Asamblea Nacional obtuvo un total de 452.629 votos, casi el triple.

Casi todos los expertos electorales con los que he hablado encuentran que esa desviación es difícil de explicar. Pero el funcionario del Departamento de Estado dice que Alaui "no tenía una campaña organizada en las provincias, y los candidatos locales que presentaba no tenían ningún atractivo". Este funcionario plantea sus dudas sobre las posibles irregularidades en el voto chií. "Los sondeos mostraban todo el tiempo que los candidatos de Dawa iban a derrotar al CSRII por una proporción de dos a uno. A la hora de la verdad, en algunas provincias, el CSRII venció a Dawa por dos a uno". Los resultados de Alaui, dice, "pueden no ser los únicos distorsionados. Es posible que los del CSRII también lo estuvieran".

Pocas semanas después de las elecciones, un miembro de los servicios de inteligencia europeos, después de reconocer que había oído las acusaciones de fraude, me dijo: "Lo importante es: ¿Cómo van a verse las elecciones en Irak? ¿Como justas legítimas, o no?".

El resultado obligó a los partidos a formar una coalición, tal como había predicho el Gobierno de Bush, y EE UU, al principio, insistió en que se le diera un papel político importante a Alaui. Pero éste, que seguía siendo primer ministro en funciones, se quedó sin nada en el momento de la formación de Gobierno, a finales de abril, una nueva demostración de que EE UU tenía una capacidad limitada para controlar los hechos en Irak. Ibrahim al Yafari, del partido Dawa, se convirtió en primer ministro, y un kurdo, Jalal Talabani, en presidente.

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