Belleza radical
John Zorn define su trabajo con Masada como música radical judía y tal vez lo sea. No puede ni debe dudarse; pero, oída sin prejuicios estético-religiosos, lo cierto es que se trata de una de las músicas más bellas y electrizantes del momento. Electrizante pese a ser totalmente acústica, lo que ya tiene su mérito.
Fue reconfortante comprobar que el Teatre Grec registró una muy buena entrada, y aún más importante ver como el público se volcaba de forma instantánea y entusiasta ante la propuesta de los cuatro músicos neoyorquinos. Un éxito total que acabó con una ovación de lujo y todo el anfiteatro puesto en pie, algo poco habitual en un concierto de jazz contemporáneo.
El secreto de Masada es haber tomado la herencia del cuarteto original de Ornette Coleman y añadirle melodías de raíz popular, ahí es donde entra el componente judío. Así, a la agresividad de una música afilada y cortante como pocas se añade la caricia de danzas populares que probablemente nunca han existido, pero que podrían haber formado parte de nuestra historia.
John Zorn & Masada
Teatre Grec. Barcelona, 17 de julio.
El otro secreto, tan importante o más que el primero, es la composición del cuarteto. Masada es una de las formaciones más sólidas de la actualidad, perfectamente compenetrada tras 15 años de vida en común, y de ella brota una música sumamente compleja con una facilidad apabullante, como si no pasara nada. Claro que Zorn no se anda con chiquitas y a su izquierda se situaba ni más ni menos que Dave Douglas, el trompetista de jazz más importante de la actualidad, entendiendo importante como creativo y no sólo como virtuoso. Douglas ofreció un concierto apabullante, engarzando perfectamente sus sonidos con los del saxo alto de Zorn, que pasaba del arrullo al gemido sin solución de continuidad. Y tras ellos, dos bazas de seguridad total como el contrabajista Greg Cohen y el expansivo y vitalista batería Joey Baron. ¡Qué gozada oírle y verle deambular entre su platos y tambores! Juntos son como un volcán en erupción.