Un 'jandilla' rezagado hiere a tres corredores y a un policía municipal
Los astados gaditanos han dejado 17 corneados en los cuatro últimos años
Los toros de Jandilla dejaron, en el quinto encierro de las fiestas de San Fermín, cuatro corneados en las calles de Pamplona, entre ellos un sargento de la Policía Municipal que se encontraba tras el vallado, y más de una decena de contusionados. La carrera fue la más peligrosa de todas las vividas este año, debido a un toro que se quedó rezagado tras resbalar en la calle de los Mercaderes. Él fue el protagonista absoluto del encierro, ya que causó las cuatro cornadas de la mañana y a punto estuvo de provocar más daños debido a su mala intención, su codicia contra los mozos y sus continuas marchas atrás, sembrando el caos entre los corredores.
En Pamplona se sabe que los jandillas son unos animales veloces, y no hizo falta más que ver al primer ejemplar que salió de los corrales a ritmo endiablado, superando a todos los mozos de la cuesta de Santo Domingo que trataban de colocarse delante de sus astas. Mientras, la manada agrupada sí permitía bonitas estampas, aunque dos animales miraban curiosos hacia ambos lados del trayecto y lanzaban derrotes a los corredores.
El toro que abría la manada tropezó en Mercaderes y fue absorbido por sus hermanos. La manada de cinco lidiables y los cabestros enfiló Estafeta comenzando a disgregarse poco a poco. Dos jandillas realizaron una vibrante carrera, llevándose por delante a los corredores, mientras el resto de astados corrían a menor velocidad, permitiendo el lucimiento de los mozos, que por fin gozaban de más espacio para moverse tras la masificación del fin de semana. La torada entró a los corrales del coso a los dos minutos y 14 segundos.
El único toro que decidió tomárselo con mucha más calma fue el caído en Mercaderes. Desde ese momento, se convirtió en un verdadero peligro para los corredores. A veces parado y derrotando contra el vallado, a veces con arrancadas inesperadas y otras dándose la vuelta, su presencia fue un problema para los pastores, siempre magníficos en su sacrificado trabajo, y para los mozos.
Antes de enfilar la curva con Estafeta, el animal se quedó parado en medio de la calle y embistió contra el vallado. En ese momento, un sargento de la Policía Municipal trataba de ayudar a un corredor. El pitón se coló entre las tablas de seguridad y se clavó en la cara lateral de su muslo izquierdo.
En Estafeta, el toro descolgado se cebó con Xavier Salillas, de 34 años y vecino de Hernani, que sufrió una cornada, un puntazo en el hombro y una contusión torácica en los más de 10 segundos que el animal estuvo embistiéndole con saña.
También en Estafeta, un navarro de 48 años, Jesús Ángel Merino, fue corneado en su pierna derecha. El jandilla seguía cabeceando, parándose y derrotando por la calle más larga del recorrido. Después de casi tres minutos de tensión, el animal atravesó la recta de Telefónica y enfiló el callejón, donde también arrolló a varios corredores.
Pero fue nada más pisar la arena cuando la tragedia estuvo a punto de cernirse sobre Pamplona. Con las pezuñas ya en el albero, volteó a un joven de manera espectacular, aunque sin llegar a clavarle las astas. Los dobladores lo guiaron laboriosamente a la entrada de los toriles cuando, repentinamente, el toro se dio media vuelta y se encontró en su camino al colombiano Aníbal Agudero, de 41 años, que corría despreocupadamente hacia el animal. El lance se saldó con una cornada de 14 centímetros de trayectoria en el muslo y una operación de urgencia en el mismo coso, para después ser trasladado en estado grave a un centro hospitalario. Cuando el último morlaco pasó a los corrales, la carrera ya había superado los cinco minutos y medio.
Los astados gaditanos han dejado 17 corneados en los cuatro últimos años, lo que los convierte en uno de los hierros más peligrosos de los que llegan a Pamplona.
